Para zanjar los efectos negativos que tendría la construcción del muro fronterizo cuyos prototipos comenzaron entre San Diego y Tijuana, hace falta que continúen las voluntades políticas y económicas de los actores regionales.
El coordinador de la especialidad en Estudios de la Frontera México-Estados Unidos de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), Javier Oliveras González, indicó que aunque a nivel nacional el tema es complejo, localmente tendrían que darse adecuaciones.
“Entre estados o municipios fronterizos o condados de Estados Unidos, lo importante son las voluntades; si la hay por parte de los actores de ambos lados de la frontera, las relaciones continuarán independientemente de lo que se establezca”, dijo.
Las relaciones comerciales tienen que continuar pero se tendrán que adecuar a las nuevas normas que pudieran resurgir incluso con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), todo depende que quieran seguir manteniendo esas relaciones, anotó.
Hace una semana, los tijuanenses se vieron sorprendidos con el comienzo de la construcción de lo que serán ocho prototipos del muro divisorio entre México y Estados Unidos, cuya terminación se prevé para el próximo 26 de octubre.
Dichos prototipos, según dio a conocer la Oficina de Aduanas y de Protección Fronteriza, tendrán una altura de entre 5.50 y 9.10, siendo los primeros cuatro construidos y el resto de otro tipo de material.
El punto donde se construye, en Otay Mesa del lado de Estados Unidos, rumbo a la zona este de Tijuana, en un área poco transitada, es permanentemente vigilada por las autoridades de ese país.
