Giselle Wellman ha recorrido un largo camino en el mundo de la cocina a sus 33 años de edad. Ella ahora emprende una nueva dirección al pasar de ser una chef ejecutiva en un restaurante a ser la chef ejecutiva de la Academia Judía de San Diego, una escuela en el área de Carmel Valley.
Wellman nació en San Diego y creció en una familia judía mexicana en donde la comida fue central en la convivencia. Ella recuerda con cariño el preparar las cenas familiares desde muy temprana edad. Su madre no cocinaba mayormente, pero su tía sí, y fue su tía la que la encausó al mundo culinario. Como dice Wellman “ella fue la primera persona que conocí que eligió la cocina como profesión”.
Después de graduarse de la preparatoria, Wellman comenzó la universidad en San Diego y al término del primer año se dio cuenta de que la cocina era su verdadera pasión. Por lo anterior, se mudó a la ciudad de México con su abuela y se matriculó en la escuela de cocina Le Cordon Bleu, en la que permaneció un año.
Al regresar a San Diego, Wellman comenzó su carrera culinaria a los 19 años con un empleo de nivel básico en el restaurante Anthony’s Star of the Sea.
Gradualmente comenzó a subir los escalafones culinarios laborando en diversos restaurantes en Nueva York, Los Ángeles y San Diego hasta llegar a ocupar el puesto de chef ejecutivo. Incluso participó en el programa de televisión de la cadena Bravo “Top Chef” en el 2015.
Durante su labor como chef ejecutivo en el restaurante Pacific Standard Coastal Kitchen en el área de Little Italy, en el centro de San Diego, se dio cuenta de que quería emprender un camino distinto, por lo que se retiró amigablemente de dicho empleo y se tomó un tiempo para reflexionar sobre su vida y la dirección quisiera emprender.
Durante este periodo, Wellman recordó su gusto por trabajar con niños, así como su inclinación de ayudar a los demás realizado algún proyecto para poder dar algo a su comunidad. Afortunadamente, ambos anhelos se realizaron al ser contratada por la Academia Judía de San Diego en julio del 2017.
La Academia Judía de San Diego cuenta con un terreno muy grande y un jardín extenso en donde se cultivan vegetales y árboles frutales. Wellman planea comenzar las clases en agosto motivando a los estudiantes a participar en plantar y cosechar cultivos para utilizarlos en el programa de comidas calientes de la academia, así como en la separación y utilización de la composta restante.
Wellman considera que al trabajar en las cosechas, los alumnos aprenderían a ser personas con una mayor conciencia ecológica, educándolos e incitándolos a comer de forma más saludable incrementando el uso de frutas y verduras en su dieta diaria. El campus de la academia tiene varios jardines de composta, dependiendo de la materia prima utilizada, incluyendo uno con gusanos.
Adicionalmente, espera poder enseñar a los alumnos a llevar una forma de vida más limpia y sustentable, sirviendo dicho proyecto de programa piloto para poder implementarlo en otras escuelas.
Wellman se encuentra emocionada de poder utilizar su creatividad e ingenio en la cocina escolar, creando y cambiando recetas para hacerlas más saludables y nutritivas, como por ejemplo el preparar macarrones con queso adicionando frijoles blancos en la salsa o el preparar los nuggets con quinua. Su meta es el poder realizar comidas nutritivas que gusten a los niños.
Como meta adicional, Wellman quiere colaborar con la cadena alimenticia local. Ella explica, por ejemplo, que los agricultores terminan generalmente quedándose con producto que no pueden vender por ser imperfecto, sin embargo comestible. Por lo anterior, va a comprar el “producto feo” del mercado de productores Save Good Foods y lo utilizará en sus platillos. También planea colaborar con Coastal Roots Farm, una granja comunitaria judía sin fines de lucro que cuenta además con un centro educativo, ayudando en los programas educacionales.
El cambio que realiza Wellman es finalmente personal. La industria restaurantera es muy volátil, con la constante apertura y clausura de negocios, por lo que ella quisiera poder llevar un estilo de vida más estable al laborar durante muchos años en el ámbito escolar. Esta decisión le permitirá contar con más tiempo ya que la vida de un chef ejecutivo es estresante y se llega a laborar hasta 80 horas a la semana.
En cambio, en el colegio puede trabajar durante las horas laborables normales proveyendo de comida sana y nutritiva a los alumnos, enseñándoles de dónde viene la comida, e iniciándolos en un camino de vida alimenticia sana.