Un lugar emblemático y de visita obligada para todo turista que quiera conocer parte de la esencia de Tijuana, es la Plaza Santa Cecilia, el lugar de la perenne fiesta, del eterno festejo nocturno que tanto aman los visitantes.
Este pasillo transversal a las calles aledañas del sector centro de esta frontera, y vestigio de lo que era la antigua avenida Argüello, cerrada en 1978, inició primeramente como un lugar dónde concentrar a los músicos de la ciudad de Tijuana.
De ahí su nombre, el de la patrona de quienes se dedican a esta actividad, Santa Cecilia, la que cada año es festejada por todo tipo de músicos que ahí se encuentra, lo mismo mariachis que conjuntos norteños, banda, conjuntos, y hasta típicos del país.
Durante el día y parte de la noche, puestos de artesanos con gran variedad de productos nacionales, sombreros, jorongos, cintos piteados, juguetes típicos regionales, pulseras, collares multicolores, vestidos regionales, y todo tipo de artesanía.
Durante la noche, los bares o antros que también funcionan en el día, al igual que los atractivos gastronómicos de comida sobre todo mexicana, así como servicios entre ellos el de medicina y odontología, se ofrecen al visitante y lugareño.
Sin embargo, no siempre fue este sitio un lugar de fiesta y de jolgorio; antes, el sector era estigmático, considerado con un lugar poco seguro, peligroso, delincuencial, entrada también a la Zona Norte, lugar de prostíbulos y cantinas.
La comerciante de artesanías de la plaza, Rosa María Morales Chávez recuerda que luego de que varios ambulantes operaban en los alrededores turísticos del céntrico sector, éstos fueron reubicados en esa plaza que nadie quería.
Proveniente de Oaxaca, junto con su familia y tantos como ella, asegura que por su procedencia y su lengua, el mixteco, en un principio eran discriminados y molestados continuamente por las autoridades por su actividad de comerciantes ambulantes.
Fue hasta que a través del presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, dejaron de ser molestados y se les extendió un permiso para ejercer su actividad; sólo que ubicados para ocupar puestos en esa peligrosa callejuela.
“Teníamos miedo porque ya éramos mayores y la mayoría mujeres, pues ahí había peligro, pero con el tiempo la plaza fue remodelada y por las actividades de los músicos y de los restaurantes y artesanos, ese lugar fue agarrando fama”, dijo.
En su historia, no fue el lugar más emblemático de Tijuana como para venderlo al visitante como un producto turístico, sino que fue el estigma de la ciudad, donde era casi imposible que se convirtiera en área turística, aseguró Martín Muñoz.
El vicepresidente de la Unión de Comerciantes de la Plaza Santa Cecilia, recordó que antes habían más de 120 puestos de la comunidad oaxaqueña, pero al ser reubicados de la avenida Revolución aquí, sólo quedaron 29 puestos fijos.
Hoy en día, dijo, la Plaza Santa Cecilia es un ícono turístico y una obligada visita, y aunque reconoció que no se le ha dado el respeto por parte de la autoridad turística, aquí arriba el turismo internacional que llega a visitar esta frontera. Más de dos mil chinos visitan esta plaza año con año, y uno de los negocios cuenta con el “distintivo de China”; el 60 por ciento de los visitantes son latinos que radican en Estados Unidos, así como ciudadanos nativos de ese país.
Aquí, en una esquina, se encuentra el emblemático Hotel Nelson, el primer edificio en Tijuana que contó con elevador, y además existen más de 40 huellas de artistas de diferentes épocas plasmadas en la avenida Revolución y a lo largo de la plaza.
La mayoría de los turistas que radican en el vecino país y que son de origen mexicano, gustan de saborear la comida típica que aquí se expende, acompañándose con algún conjunto ya sea norteño, banda, trío o mariachi, para ambientar ese momento.
“Esta plaza, de haber sido lugar asentado en un sector con estigma, pasó a convertirse en un atractivo turístico, de obligada visita, donde los turistas pasan momentos agradables al consumir lo que ahí se ofrece”, indicó.
Siempre, abundó el también ex presidente de la Canirac-Tijuana, “con el afán de ser mejores, nos enfocamos en las capacitaciones y mejoramos nuestros servicios; de eso nos ufanamos, de ser una propuesta turística, ya, como ahora, de clase mundial