Tres notas del periódico Reforma del 2 de julio sobre el aprendizaje del inglés por parte de mexicanos en México y en Estados Unidos me llamaron la atención sobremanera. Se trata de un tema que pretendo conocer en parte, aclarando que tuve la fortuna de aprender mi inglés fuera de México, y en circunstancias excepcionalmente privilegiadas.
La primera nota es simplemente fantástica: más mexicana imposible. Resulta que en el nuevo modelo educativo (y prefiero escribirlo sin mayúsculas; ojalá en el siguiente sexenio se suprima el uso de las mismas en documentos oficiales), “la enseñanza del inglés es una de las prioridades del nuevo currículo… el objetivo es que todos los niños, niñas y jóvenes… aprendan a leer y comunicarse en inglés”. Magníficas intenciones.
Sólo que en la misma nota, se explica que el nuevo plan de estudios (con mayúsculas) “contempla las mismas horas de clases de inglés que el vigente: 2.5 a la semana, o 100 al año en primaria.” Todo esto entraría en vigor en 2018 (si AMLO está de acuerdo), o sea en el mismo México que hoy. De modo que los mismos niños, con los mismos maestros, durante las mismas horas… van a aprender el inglés que hasta hoy no han aprendido. Puro realismo mágico.
Una posible explicación de por qué esto no ha funcionado –y no va a funcionar– aparece en una nota publicada en la misma página. Según la Auditoría Superior de la Federación, “el 87% de los recursos ejercidos por el programa nacional de inglés –Proni– (con mayúsculas) no fueron comprobados por las entidades federativas que los recibieron… Ninguna de las entidades comprobó la totalidad del gasto realizado. Veracruz no comprobó nada… La ASF observó que la SEP no cuenta con mecanismos de seguimiento y supervisión que garanticen que los recursos sean utilizados para (su) propósito… Las reglas de operación del Proni no mencionan los requisitos que deberán cubrir los asesores externos que impartirán las clases de inglés”. Supongo que uno de los requisitos sería… hablar inglés. Como por ejemplo los Dreamers. En un mundo ideal, contaríamos con maestros que sepan inglés, y que sepan enseñarlo. Si tenemos que optar entre los que saben lo primero y no lo segundo, y los que no saben lo primero y a medias lo segundo, me quedo con los Dreamers.
Ahora bien, existen más o menos 48 mil razones por las cuales los mexicanos deben poder manejarse en inglés: la frontera, tener el 11% de los nacidos en territorio mexicano residiendo en Estados Unidos, a más de un millón de norteamericanos residiendo en México, a más de 20 millones de visitantes anglófonos al año, entre otras. Pero la tercera nota de Reforma nos proporciona un motivo adicional. Según el Pew Research Center, citado por el diario, la tasa promedio de naturalización de todas las nacionalidades en Estados Unidos es de 74%; la de los mexicanos con derecho a solicitar la ciudadanía estadounidense, de 42%.
Este desfase no es nuevo; siempre han mostrado más renuencia los mexicanos a “volverse gringos” que los demás. Las razones originales han ido variando. Transcurrieron ya casi 20 años desde la histórica decisión de Ernesto Zedillo de permitir la doble nacionalidad, la ausencia de la cual constituyó una de los principales obstáculos en el pasado. A este motivo se sumaban los temores no fundados, pero reales: perder derechos ejidales, de seguridad social, etc. Sin embargo, según el resumen de Reforma del estudio de Pew, existe una explicación adicional.
“Pew preguntó a los mexicanos con green card por qué no se habían naturalizado. Las respuestas más frecuentes se centraban en un nivel inadecuado de inglés…” Esto a pesar de los esfuerzos –discutibles– del gobierno de Peña Nieto por alentar a los mexicanos a naturalizarse, para contar con más derechos en EU, empezando por el del sufragio. El mexicano en Estados Unidos, por su bajo nivel educativo, enfrenta grandes dificultades de aprendizaje del inglés, aún en comparación con expatriados de otros países latinoamericanos. Por ahora, con el “nuevo” modelo educativo y las superhoras de la SEP, seguramente esto va a cambiar.