Es bien sabido que para que un país logre avances significativos en cuanto a desarrollo económico y bienestar de sus ciudadanos el avance de la ciencia y la tecnología es una condición indispensable.
La generación de conocimiento e innovación solo puede darse mediante una educación que forme técnicos y científicos, en la actualidad el desarrollo e innovación en la industria se centra en áreas como la biotecnología, aeroespacial, nanotecnología, etc.
En este sentido resultan contradictorios los discursos oficiales sobre la educación y las acciones que se llevan a cabo, como la reducción en el presupuesto 2017 para la SEP que de acuerdo a la infografía publicada en la página de trasparencia presupuestaria del gobierno, presenta una disminución del 10.6% con respecto al 2016. Así mismo la inversión en ciencia y tecnología es de 0.47% del PIB cuando la recomendación de UNESCO es que fuera de por lo menos el 1%.
La situación no varía mucho en la sociedad en general, cuando un estudiante menciona que quiere estudiar física lo primero que le dicen es que de eso no va a vivir, pero si quiere ser técnico los comentarios suelen ser en el sentido de por qué no estudiar mejor una carrera universitaria, ser técnico no da estatus social.
En días recientes se vuelve a retomar el tema de los recortes a estas dos áreas, sin embargo siempre quedan en el aire la respuestas a la preguntas ¿Asignar mayor presupuesto mejorará el desempeño en estas áreas? ¿Qué cambios son necesarios y cómo han de implementarse?
El tema vuelve a salir a la luz en el marco del Día del Investigador Científico y El Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología que se celebran cada 10 de abril en homenaje al nacimiento del científico argentino, el doctor Bernardo Houssay premio Nobel de medicina en 1947, primer latinoamericano laureado en el área de ciencias.