Es increíble, el día de hoy andaba cerca del centro de verificación vehicular que está sobre la Vía Rápida, más de quince minutos para recorrer tres cuadras, por una fila de vehículos, que más adelante descubrí que eran dos,  una para  Recaudación de Rentas y la segunda  para el centro de verificación vehicular, todo por que mañana vence plazo para pago de revalidación de tarjeta de circulación.

Buscando evitar la fila, entré por una calle que se llama Las Fuentes,  en la esquina me topé con la fila otra vez;  le pedí con señas amablemente a un señor que si hacía su vehículo un poco hacia atrás para que pudiera pasar, se negó,  pensando que podía convencerlo y ayudarlo a moverse, me bajé del auto para explicarle cómo podía darnos el paso,  para ese momento éramos alrededor de seis vehículos esperando, la respuesta fue “no voy a hacer malabares sólo para que pueda pasar ¿Por qué no se regresa por donde vino?”.

El conductor del vehículo a mi derecha se bajó de su auto  y empezó a  pedirles a todos los conductores que se movieran hacia adelante, tres minutos después, pasamos sólo para encontrarnos con que tuvimos que estacionarnos, porque a media calle, estaba un camión que necesitaba dejar mercancía en un negocio y no podía entrar por la fila que obstruía el paso.

Veinte minutos pasaron para que el camión pudiera entrar, eso tardó la fila en avanzar el equivalente a un par de autos.  En ese momento veo que algunas personas se bajan de su auto y reclaman a un conductor haber aprovechado el espacio libre de la calle para meterse en la fila. ¡No solo procrastinamos, sino a la menor oportunidad nos convertimos en gandallas!

Mientras esperaba, le pregunté a algunas de las personas por qué habían dejado el trámite para el último momento,  aquí sus respuestas:

“Porque no tenía dinero”; “Porque trabajo y no podía venir” (me pregunto cómo si pudo un día antes de la fecha límite); “Porque primero tuve que llevar a reparar mi auto, si no, no pasaba la verificación y ya ve como esta todo de caro” (un taxista) y una señora furiosa: “que le importa”.

Y a usted lector le pregunto, esperando obtener respuestas que me saquen de la duda ¿También acostumbra dejar todo para el último momento? ¿Por qué?

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