Para celebrar el Día Internacional de los Humedales, el pasado 2 de febrero, las autoridades federales mexicanas anunciaron que, durante el último lustro concluido (2010-2015), los humedales nacionales han experimentado una recuperación efectiva, que se traduce en “una ganancia de más de 11 mil hectáreas de manglar“.
Tal afirmación fue realizada por José Sarukán Kermez, coordinador nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que celebraba estas cifras junto con Rafael Pacchiano, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, quien aseguró en su turno al habla que estos datos prueban que “sí es posible recuperarlos (los manglares) aún después de haber sido perturbados”.
La información divulgada por los funcionarios federales provenía de un estudio oficial, basado en monitoreos aéreos, cuyos resultados presentaban por primera vez Pacchiano y Sarukán en el acto que encabezaban.
Sin embargo, lo que no dieron a conocer los funcionarios federales en dicho acto fue que, según el mismo estudio, mientras más de “11 mil hectáreas” de manglar se recuperaron, al mismo tiempo otras 6 mil 407 hectáreas de manglar se perdieron o fueron afectadas, mayoritariamente por actividades humanas, las cuales no sólo dañaron esos ecosistemas costeros, sino que amenazan su supervivencia en el mediano y largo plazo.
Brutos y netos
Según estimaciones gubernamentales, en la década de los 80, México contaba con un total de 856 mil 405 hectáreas de manglar, que para el año 2010 se habían reducido en poco más de 10% (algo así como 91 mil 600 hectáreas de humedales perdidas).
Luego, entre 2010 y 2015, hubo una recuperación del manglar en algunas entidades del país, en las que estos ecosistemas reconquistaron 12 mil 346 hectáreas de suelo costero.
A esa extensión de suelo en la que el manglar revivió, además, se deben añadir otras mil 331 hectáreas en las que el manglar logró sanar, luego de haber sido “perturbado” por el turismo, la actividad agropecuaria u otras actividades humanas, y por fenómenos climáticos.
Así, sumando el volumen del manglar que revivió, con el volumen del manglar perturbado que sanó, en total, durante el último lustro concluido, los humedales mexicanos experimentaron una recuperación bruta en 13 mil 677 hectáreas (es decir, ciertamente más de las 11 mil que presumieron las autoridades).
Sin embargo, mientras esas 13 mil 677 hectáreas se recuperaban, al mismo tiempo otras mil 565 hectáreas se perdieron, y 4 mil 843 más sufrieron perturbaciones que amenazan su supervivencia.
Se trata, entonces, de 6 mil 407 hectáreas de manglar perdidas o dañadas durante el último lustro.
De esta forma, si a la cifra bruta de manglar recuperado se le resta la cifra de manglares perdidos o afectados, la recuperación neta de los humedales mexicanos es en realidad menor a la difundida por Pacchiano y Sarukhán: 7 mil 270 hectáreas en el último lustro, y no “más de 11 mil”.
Esas 7 mil 270 hectáreas de manglar efectivamente recuperado entre 2010 y 2015 representan 8% del total perdido desde 1980. Es decir, aún existe un déficit de 92% en materia de recuperación de manglares.
A este ritmo de depredación-restauración, tomaría más de 65 años recuperar los manglares destruidos en tres décadas (de 1980 a 2010).
Albricias y demagogias
Durante la conmemoración del Día Internacional de los Humedales, el titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano, aseguró que la recuperación de manglares “nos abre una puerta de esperanza” en materia de conservación de estos ecosistemas costeros, de los cuales México alberga 5% del total mundial.
El boletín oficial con el que se difundieron estas palabra, además, destacó que en las “zonas de manglar” el gobierno federal ha realizado “inversiones históricas que se han traducido en acciones de reforestación y de análisis de cuenca y flujos hidrológicos”, con todo lo cual “Pacchiano Alamán señaló que el gobierno del presidente Peña Nieto refrenda su compromiso con la megadiversidad del país”.
Efectivamente, el estudio oficial reconoce que el manglar ha colonizado suelos en los que fue erradicados años atrás, y revela que en México se ha acelerado la frecuencia de recuperación de los manglares perturbados.
No obstante, el estudio también subraya que en México existe “una tendencia a la alza en la superficie (de manglares) identificada con algún tipo de perturbación”.
Es decir, aún cuando se ha acelerado el ritmo en el que los manglares se recuperan, también se ha acelerado la velocidad con la que manglares sanos sufren perturbaciones.
De hecho, el documento gubernamental presentado por Pacchiano describe esta problemática particular como “alarmante” ya que, advierte, “se ha encontrado una tendencia al incremento en la superficie de manglar perturbado a lo largo de las fechas evaluadas (…) De mil 191 hectáreas identificadas en el mapa 1970/1980, se ha pasado a 18 mil 332 hectáreas en el mapa 2015”, lo que representa un aumento de más de mil 400 por ciento.
Este es un problema que no ha logrado resolverse ni siquiera en los estados que han alcanzado avances significativos en recuperación de manglares.
De los 17 estados costeros mexicanos, en 15 se experimentó una recuperación de manglares durante los últimos cinco años. No obstante, 9 de esos estados sufrieron, al mismo tiempo, perturbación de manglares.
La situación más crítica es la del estado de Nayarit, que concentra una tercera parte de los manglares afectados a nivel nacional, alrededor de 6 mil hectáreas de manglar perturbado cuya supervivencia está amenaza en el mediano y largo plazo.
Según las estadísticas presentadas por Pacchiano, de los 17 estados costeros mexicanos, 16 tienen manglares perturbados.
Sólo se salva de esta problemática el estado de Baja California, aunque ésta es también la entidad federativa que menos manglares alberga, apenas 36 hectáreas.
De esos 16 estados que presentan manglares afectados, en 11 de ellos la afectación se incrementó durante el último lustro.
Focos rojos
Según el estudio de Conabio, cuando el manglar es afectado por eventos naturales, fácilmente logra recuperarse. Sin embargo, cuando la afectación es causada por actividades humanas, ésta lleva consigo “un grado de irreversibilidad”.
El ejemplo más claro de este riesgo es Guerrero, que a lo largo de los últimos 37 años ha venido perdiendo sus manglares de manera ininterrumpida.
En total, desde 1980, Guerrero ha perdido 60% de su manglar, equivalente a 9 mil 655 hectáreas de suelo costero.
Sólo entre 2010 y 2015, en Guerrero fueron devastadas mil 448 hectáreas de manglar, lo que lo vuelve el estado en donde mayor depredación de manglares se registra en el presente.
Del manglar que aún queda en esta entidad, 23% presenta deterioro y está en riesgo. Y de ese volumen de manglar afectado, 80% sufrió dicha perturbación en los últimos cinco años.
Similar situación enfrenta Colima, entidad que en la actualidad sólo conserva la mitad de los manglares con los que contaba en 1980.
Para volver a su volumen original, Colima debe recuperar 3 mil 287 hectáreas de manglar devastadas en las últimas décadas.
Entre 2011 y 2015, en Colima se recuperaron 61 hectáreas de manglar pero, de manera paralela, otras 68 hectáreas resultaron afectadas.
Veracruz es un caso particularmente alarmante: aunque en los últimos años se recuperaron 469 hectáreas de manglar, al mismo tiempo otras mil 401 hectáreas resultaron afectadas por perturbaciones.
Esta situación recesiva en materia de manglares se amplía a toda la región del Golfo de México (Tamaulipas Tabasco, además de Veracruz), en donde se recuperaron mil 516 hectáreas de manglar en los últimos cinco años, pero en el mismo periodo otras mil 778 hectáreas sufrieron perturbaciones.
Según el estudio, el único estado de la República cuyos manglares han logrado salvarse de la depredación es Sonora, en donde los humedales no han dejado de crecer, al menos desde 1980.
En estos 37 años, los manglares sonorenses se han expandido por mil 271 hectáreas nuevas de suelo costero.
El primer lugar en recuperación de manglares lo tiene Sinaloa, que en los últimos cinco años ha recuperado 4 mil 296 hectáreas de manglar que se consideraban perdidas, más otras 406 en donde el manglar recuperó su vitalidad.
Animal Político solicitó una entrevista con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, para ahondar en torno a las afectaciones que en el presente sufren los manglares mexicanos, y las presiones a las que están expuestos por actividades humanas, sin embargo, el organismo anunció que esta solicitud será atendida hasta dentro de una semana.