Tuvieron que pasar ocho años para abrazar a su hijo y nieta.
Juan Manuel fue deportado en una redada masiva y se regresó a México con su esposa, dejaron en aquel país seis hijos, pero este sábado tuvieron la oportunidad de tocarse.
El llanto de felicidad y amargura no se hizo esperar y conmovió a todos los espectadores.
«Fueron por nosotros al trabajo, hubo redadas y ahí nos agarraron y nos separaron de nuestra familia. Tengo familia al otro lado y mis hijos son tres que vienen a vernos y otro tres que no pueden salir ellos», dijo Juan Manuel González Camacho, padre de migrante.
En un acto de humanidad, por un lapso de 20 minutos autoridades de la Unión Americana abrieron la puerta del muro fronterizo en el parque de la Amistad de Playas de Tijuana y permitieron que seis familias se reencontraran por unos minutos, siempre resguardados por los «migras».
Los sentimientos y las emociones se apoderaron del lugar. Las lágrimas no solo fueron para las familias que se reencontraron, también hubo de los asistentes.
«Si nos mirábamos aquí, pero de abrazarnos pues ocho años sin abrazarnos y son ganas de no soltarlo pues fue muy poquito el tiempo, pero se les agradece de todas maneras», apuntó Martha Morales, madre de migrante.
«Muchos años, muchos años», agregó Adrián González Morales, migrante.
«Llora mi niño, también te hace falta que llores, que se te salga todo el sentimiento que tienes. Solamente metemos el dedito así, pero es lo único, y platicar nada más», aseguró Martha Morales.
Pero a través de esta malla fronteriza, miles de familias de Tijuana y San Diego se reúnen los fines de semana, el espacio es tan cerrado que solo se pueden tocar los dedos, los rostros son poco visibles, pero el amor atraviesa las fronteras.
Porque aquí, en esta ciudad fronteriza también hay sueños que se comparten en ambas californias, a pesar de que fueron separados por el fenómeno migratorio, el amor no tiene fronteras.