La Patrulla Fronteriza estaba lista desde muy temprano, en el Parque de la Amistad, frente a un Océano Pacífico inmenso, gigantesco, helado. Del otro lado del muro metálico, oxidado, carcomido, que existe desde 1994, el Grupo Beta, oficiales de protección migratoria mexicanos, también pendientes en la esquina donde comienza la patria, dicen; Playas de Tijuana, se llama la colonia.

Alrededor de las 10 de la mañana llegó la persona que ha logrado abrir esta Puerta de la Esperanza. Enrique Morones, fundador y director de Ángeles de la Frontera.

“Hoy es un día muy especial”, dice a EL UNIVERSAL, “es la segunda vez en este año que abrimos esta puerta para que familias separadas por las deportaciones vuelvan a verse y a abrazarse, aunque sea por unos minutos”.

Mucha gente en ambos lados de la frontera fue llegando. Hombres, mujeres, niños y ancianos. También arribaron las cámaras, reporteros, fotógrafos; la prensa nacional e internacional.

“Sólo saber que la Patrulla Fronteriza accedió a abrir esta puerta en la frontera otra vez, ya es noticia, pero si a eso le sumamos la emoción de ver y constatar cómo se abrazan papás o mamás deportados con sus hijos, definitivamente es un gran acontecimiento”, comenta Gustavo Gutiérrez, camarógrafo de la cadena Telemundo.

El amor no tiene fronteras.

Luis Eduardo Hernández no sabía que tenía esta gran oportunidad de ver y abrazar a sus seres queridos del otro lado de la frontera, hasta que se enteró que la fundación no lucrativa Ángeles de la Frontera estaba convocando a seis familias para que participaran.

“Fue una gran sorpresa y una emoción muy especial saber que podría tal vez abrazar a mi papá, otra vez después de tantos años de no hacerlo”, dice muy emocionado.

“No lo podía creer […] he estado llorando antes, durante y después de todo esto; ha sido un milagro, abrir una puerta en la frontera y poder abrazar a mi papá, no puedo, no sé qué decir. Ha sido un milagro, maravilloso”, reitera Luis Eduardo Hernández.

La puerta se abrió después de un par de discursos con mucho contenido humano y mensajes al nuevo presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Entre aplausos una familia de Oaxaca estaba esperando del lado mexicano y a los pocos segundos apareció su ser querido, que entre lágrimas y risas se fundió en un profundo abrazo, padre e hijo, madre e hijo, hermana y hermano, con años de no verse; sellando, marcando esta nueva oportunidad de mostrar al mundo que el amor no tiene fronteras.

Estas seis familias que vivieron esta experiencia tuvieron que registrarse primero con la Patrulla Fronteriza Sector San Diego, California. Sus récords fueron revisados y aprobados; no debían tener antecedentes criminales.

“Ángeles de la Frontera hace la convocatoria, pero nosotros no elegimos quién sí y quién no; eso lo hace la Patrulla porque nadie con antecedentes penales podría participar y qué mejor que una autoridad como ellos digan quién participa”, afirma Morones.

Unos hermanos también tuvieron la oportunidad de vivir esta extraordinaria experiencia, “no lo puedo creer, jamás imaginé que algo así podría sucederme”, dice ella con lágrimas en los ojos. “Nadie está listo para vivir algo así y es muy especial, esos tres minutos que nos dieron para abrazar, tocar y ver a mis padres en ese momento son eternos, pero en cuanto se terminan, son tan cortos como un suspiro”.

El inicio. Todo comenzó en 2013 cuando Enrique Morones sugirió abrir esa puerta para que las esposas de los entonces presidentes municipales de San Diego y de Tijuana se saludaran como un acto simbólico de hermandad más allá de muros y fronteras.

“Ese día un hombre se me acercó”, cuenta Morones: “Me dijo si podía aprovechar la puerta abierta para abrazar a su hija que estaba del otro lado, en Tijuana, y tenía muchos años sin abrazarla”, Enrique simplemente se lo permitió “y ahí es donde nació todo este movimiento de amor”, confiesa.

“El saludo de las damas fue importante, pero todos los presentes prestaron toda su atención al abrazo de ese hombre con su hija que, aunque duró un par de minutos, inspiraron mi alma y a partir de ahí la búsqueda ha sido abrir la puerta sólo para que migrantes separados puedan abrazarse y verse cara a cara”, asegura el líder de Ángeles de la Frontera.

En 2014 no hubo oportunidad de hacer nada, pero en 2015 Enrique Morones retomó el entusiasmo. “Abrimos otra vez la Puerta de la Esperanza el Día del Niño”, comenta, “esa es la excusa que me ha permitido convencer a la Patrulla Fronteriza, los niños, que siempre están involucrados de una manera o de otra”.

“Por eso en 2016 pudimos abrirla dos veces. El 30 de abril, Día del Niño, y este 19 de noviembre, porque investigué y resulta que el 20 de noviembre es el Día Internacional del Niño; así que fui a decirles a los de la Patrulla Fronteriza y no les quedó de otra que volver a darme permiso”, sonríe Morones.

“Lo adelantamos un día porque ya sabemos que el 20 de noviembre es festivo en México. Pero lo que yo persigo es que podamos abrirla una vez al mes y no sólo en San Diego, también en otras fronteras a lo largo de la línea entre Estados Unidos y México”.

Próximamente.

Para el próximo año, Ángeles de la Frontera tiene como reto abrir por lo menos tres veces la Puerta de la Esperanza.

“Sé que con la administración Trump podría llegar a tener contratiempos y quizás hasta me lo nieguen” reconoce Morones, “pero no quiero adelantar vísperas y en todo caso vamos a seguir con nuestro planteamiento de manifestar que el amor no tiene fronteras y nadie puede parar el amor; no creo que Trump pueda, vamos a insistir y a seguir trabajando”, concluye con mucho ánimo.

Uno de los afortunados este día comenta: “No tengo palabras para describir lo que he vivido. Soy un ser humano privilegiado por haber estado aquí a pesar de no poder tener a mis padres conmigo. Hoy fue un día maravilloso y le doy gracias a Dios”.

El ambiente fue sin duda de cordialidad y de un sentimiento profundo de solidaridad. Sumados ambos lados de la frontera, podrían haberse reunidos alrededor de 300 personas para atestiguar el encuentro de estas seis familias. “De las cuales, por cierto”, precisa Morones, “dos nos fallaron y no llegaron; pero pudimos suplirlas con dos más que estaban también inscritas con la Patrulla Fronteriza en caso de que sucediera algo así”.

Enrique Morones adelantó a esta casa editorial que el 10 de diciembre próximo, el Obispo de Tijuana y un alto jerarca de la Iglesia en California, ofrecerán una misa binacional en ese mismo lugar, el Parque de la Amistad y Playas de Tijuana, con motivo del Día Internacional del Migrante y del Día de la Virgen de Guadalupe, que esta a dos días de distancia.

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