Querer a los hijos es ayudarlos a crecer, enseñarles consecuencias y responsabilidades. De nada sirve cubrir sus faltas y protegerlos.

Educar a los hijos es un tema delicado y realmente no existe una fórmula mágica que garantice que nuestro trabajo y amor por ellos asegure su éxito. Lo que es muy claro es que cuando se sobreprotege, cuando se premia sin necesidad, cuando no se ponen límites ni consecuencias, el, los hijos se convierten en personas prepotentes que sienten que tienen el derecho de hacer lo que quieren y nada les puede pasar.

Vivir con consecuencias forma personas con responsabilidad y carácter.

¡Qué angustia tan grande sintieron los padres de Tomás cuando un jueves por la tarde, dos oficiales de la policía tocaron la puerta de su casa! Sus padres se espantaron, ya que nunca se imaginaron en qué clase de líos tan serios estaba metido su querido hijo. Tomás, un muchacho de 15 años, hacía meses que se drogaba y andaba con malas amistades. Sus no se habían percatado de esto y la noticia los dejó helados.

La mamá de Tomás sólo tenía ojos para él y tenía grandes ilusiones para el futuro prometedor de este joven. Quería a toda costa asegurarse que su hijo se sintiera bien y contento. Según su opinión lo más importante era que Tomás tuviera una buena autoestima y que se sintiera querido por su familia. Por eso desde chico lo hizo sentir que él era muy importante. Siempre buscaba algún motivo para elogiarlo y hacerlo sentirse bien. Si se sacaba una baja calificación en la escuela, su madre le echaba la culpa a la maestra. Si jugaba al fútbol, sus padres y su entrenador lo felicitaban aunque no hubiera atajado ningún gol, buscando una razón ficticia para elogiarlo y no desanimarlo. Si hacía un dibujo, lo hacían sentir como si fuera un gran artista aunque no tenía aptitud para el arte. Esta actitud de alimentarle su autoestima continuó durante muchos años. Aunque Tomás no tuviera logros reales y significativos como producto de sus pocos esfuerzos, lo importante era evitar que el niño se sintiera mal. Sus padres nunca lo reprendían y trataban de contentarlo rápidamente. Tomas nunca sentía mucha carga ni responsabilidad.

Cuando los padres confrontaron a Tomás por drogarse, el muchacho respondió: «Pero si no importa, no pasa nada.» Cuando trataron de explicarle que puede haber consecuencias muy peligrosas, Tomás sacudió sus hombros. No entendía la seriedad de la situación. Sentía que podía hacer lo que quisiera, siempre había sido un niño maravilloso aplaudido por su familia y a él nada malo le podía suceder.

Tomás era un muchacho con un cuerpo muy chico y un espejo muy grande…

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Viviendo con las Consecuencias

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INGREDIENTES

  • 1 manojo de realidad
  • 1 taza de consecuencias
  • 2 cucharadas grandes de arraigo
  • 1 rebanada de respeto
  • 2 tantos de responsabilidad

RECOMENDACIÓN DEL CHEF

Es un grave error confundir el amor paternal con la sobreprotección.

MODO DE PREPARACIÓN

  1. Cada persona debe de ser responsable de sus propias acciones. Es la labor de los padres enseñarle a sus hijos desde temprana edad el valor tan importante que tienen sus acciones. Cuando aprendemos a ser responsables de lo que hacemos se diluye la arrogancia y la falta de conciencia.
  2. Entre menos responsabilidad se da menos oportunidad de crecimiento se tiene. Cuando uno encuentra una razón o a alguien a quien culpar, deja de hacerse responsable de sus actos, con lo que justifica sus malas decisiones y su poco compromiso.
  3. Dar consecuencias es una manera de amar. El verdadero trabajo de los padres no radica en hacer que sus hijos se sientan bien o engrandecidos, sino enseñarles el camino de la integridad, la responsabilidad y proveerles las herramientas para que puedan tener una vida plena y con sentido.

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