Todo hombre aspira a la perfección y a la trascendencia, lo cual a muchos nos parece demasiado pretencioso. Pero cuando un individuo aterriza sus sueños e ilusiones en parámetros, digamos, pertenecientes al rango de lo exitoso, estos logros por lo regular (si es que nos estamos refiriendo a una persona casada) los aparejaremos a la inspiración, impulso y apoyo que éste obtuvo de su esposa, su musa. De ahí la frase “detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer”.
¿Frase cliché? Probablemente. Sin embargo, en el mundo real, el mundo en el que el estado ideal del individuo es vivir en pareja, lo ideal es que un caballero siempre está esperando de su esposa que ésta sea la piedra angular de todos sus esfuerzos para alcanzar la plenitud total.
Un matrimonio se conforma por un par de seres humanos que en la mayoría de los casos se trata de un hombre y una mujer. Ya sea que estén casados por todas las de la ley o simplemente hayan optado por la unión libre, ambos se esfuerzan en el día a día para que su relación crezca, fructifique y se consolide. Ambos están comprometidos para que el núcleo que han conformado (inicialmente compuesto sólo por ellos y más adelante también por los hijos, si es que deciden tenerlos) sea lo más ejemplar posible. Los esfuerzos de él y ella están consagrados a ello.
Sin embargo, es totalmente válido que tanto la esposa como el esposo tengan inquietudes, ambiciones e ilusiones individuales, y eso no convierte ni al uno ni al otro en egoístas. Eso es parte de la naturaleza humana. Pero lo interesante de este aspecto es descubrir qué tan solidari@ puede ser aquel que descubre que su espos@ busca complementar su éxito familiar y profesional con metas personales que l@ encaminarán a ser una persona más completa y, por ende, más feliz.
Quizá pueda ser que se trate de un hobby o un pasatiempo que requiera de la inversión de cierto tiempo que, obvio, tendrá que “arañar” del tiempo que regularmente le dedica a su espos@. Ya saben, tomar lecciones de pintura, formar un grupo musical con sus amigos, aprender mecánica, ocupar un par de horas todos los sábados para trepar en su bicicleta de montaña, reunirse una vez a la semana con las amigas en una especie de círculo de lectura, etcétera.
Pero también puede ser algo más serio como animarse a cursar una maestría o retomar la carrera universitaria que dejó a la mitad cuando se casaron o pasar cada tercer día a la casa de nuestr@ suegr@ para hacerle algunas reparaciones a su casa… el caso es que todas estas actividades antes mencionadas (y todas esas que a ustedes se les pueden estar ocurriendo en este momento) bien pueden allanar el terreno para que nuestr@ espos@ pueda colocarle la pieza final a su rompecabezas de la plenitud y la cual (la pieza) no necesariamente tenemos que ser nosotros, lo que no debe provocarnos frustración o enojo alguno sino todo lo contrario, porque con nuestro apoyo, solidaridad e impulso estamos siendo parte del éxito integral de la persona que amamos.
¿Lo han pensado por un momento?, ¿en verdad comprenden a cabalidad eso de que “detrás de un gran hombre siempre está una gran mujer”?, ¿o viceversa?
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