Monumental fraude cometieron al menos la mitad de las encuestadoras que pronosticaron un aplastante triunfo para el candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, quien, confiado en sus operadores demoscópicos, se adelantó a cantar victoria, sin percatarse de que lo engañaban todo este tiempo.

Muchos en su equipo repararon tempranamente en la proliferación de empresas encuestadoras de generación espontánea que no habían participado en elecciones anteriores, pero no dieron importancia hasta que fue demasiado tarde.

Como en el cuento El traje nuevo del emperador, del danés Hans Christian Andersen, esos sastres de la estadística enjaretaron a AMLO un atuendo inexistente de ganador invencible, y nadie de los suyos se atrevió a cuestionar.

La verdad es que la mitad de esas empresas no levantaron encuestas con los estándares de calidad mínimos. Varias ni siquiera se tomaron la molestia de sacar una muestra con rigor científico, ni hacer una llamada telefónica al domicilio de quienes debieron sondear, y mucho menos salir a las calles con un cuestionario estrictamente elaborado.

Otras aplicaron encuestas en redes sociales (Twitter y Facebook), donde siete de cada 10 seguidores de AMLO son bots; es decir, de sus más de cuatro millones en Twitter, más de dos millones 800 mil no son siquiera personas. Sabían perfectamente que en redes no hay control de la muestra: no se sabe su edad, si son mexicanos o si tienen credencial para votar, por ejemplo.

El escándalo, gane o pierda López Obrador, se sabrá después de la elección del domingo: si vence, probablemente no será por los márgenes abismales que se difundieron; y si pierde, como ya esperan muchos de los que conocen este burdo engaño, no podrá demostrar que hubo rigor científico en esas encuestas. Como el emperador del cuento, su desnudez quedará exhibida.

El golpe de realidad llegó el pasado sábado, cuando López Obrador, endiosado por las ficticias encuestas, decidió no mover el horario de su mitin en el estadio Luis Pirata Fuente, en Veracruz, a sabiendas de que a esa misma hora jugaba la Selección Nacional contra Corea, en el Mundial Rusia 2018. Se sintió con la fuerza para competirle al Tri, que lo desnudó ante los ojos de México, porque ante la Selección Nacional o la Virgen de Guadalupe, todos llevan las de perder. La imagen de su derrota, de pie, en un estadio vacío, fue demoledora. Pecó de inocente, como suelen hacerlo los soberbios, y evidenció que no conoce, como pregona, a los mexicanos.

Ahora, la duda corroe a todo su equipo, porque las encuestas les hicieron ya el gran fraude de su vida. Sus adversarios también lo saben. Van a la elección a arrebatarle los votos reales, para dejarlo a él, por tercera ocasión, con sus votos imaginarios.

EN EL VISOR: Inyección de 300 millones de pesos aplicó Morena, según el PAN, en ejércitos de bots, para crear la percepción en redes del triunfo irreversible de su candidato presidencial. El domingo se verá si lo virtual influye en lo real.

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