A raíz del sismo del 19 de septiembre del 2017 la arquitectura menor que fue afectada de forma estructural en nuestro país pasó a ser remplazada en la mayoría de los casos, puesto que la restauración y/o reestructuración resultaba más costosa o bien no se contó con la asesoría para realizar dichos trabajos, lo que devino en la sustitución de los inmuebles por unos nuevos.

Las viviendas patrimoniales no son la excepción, en todo el territorio se realizaron demoliciones para levantar inmuebles nuevos desde los cimientos. Pero, “lo urgente le gana a lo importante”, y es que las consideraciones para la construcción de los nuevos edificios debían ser basados en las características de cada lugar, tal como las viviendas tradicionales lo ofrecían.

Pero no solo el sismo propició el remplazo de casitas de valor patrimonial, también el “mejoramiento” que buscan los propietarios o la subdivisión de propiedades por las nuevas generaciones.

La vivienda patrimonial es bonita y atractiva para el turismo pero además estos inmuebles tienen una lógica constructiva, formal y espacial. Por ejemplo:

La materia prima se encuentra en el sitio pues generalmente se usaban materiales de la región; adicionalmente estos materiales definían el espesor de los muros que no eran de menos de 60 cm y que podían llegar hasta un metro  con 20 cm; por otro lado la forma y dimensiones de ventanas, puertas y cubiertas está en relación con el clima y las condiciones del lugar, las cubiertas muy inclinadas indicaban lluvia, nieve y hasta caída de ceniza como en la región de los volcanes.

Por otro lado, las regiones de constantes precipitaciones pluviales se identificaban con los aleros de grandes dimensiones, mientras que los sitios de mucho calor contaban con alturas interiores considerables para ventilar la habitación así como espacios aporticados para tomar el fresco y permitir además la convivencia social.

Dependiendo de la época de construcción y corriente arquitectónica del momento, la decoración también respondía a una lógica, desde el tono de la pintura que contaba con una diferencia en costo hasta la calidad y estilo de la ornamentación; al igual que hoy en día los acabados pueden variar cuánto más lujosos se deseen y así podemos encontrar inmuebles patrimoniales con variantes en estética pero lógicos ante cada circunstancia histórica.

A casi 3 años del siniestro algunas de las poblaciones afectadas, sobre todo en  donde se dañaron viviendas de adobe o madera, han sido sustituidas por casas nuevas, de block, tabique rojo y concreto armado.

Decenas de inmuebles de valor arquitectónico tradicional se han perdido por suponer que los materiales con los que habían sido construidos eran malos, pobres, feos o incapaces de soportar ante los sismos, lo cierto es que cualquier arquitectura responde a su manera  ante un siniestro y mejor se comportará cuanto mayor y adecuado sea su mantenimiento.

Entender la lógica constructiva de cada sistema estructural es tan importante para valorar el patrimonio histórico como apreciar la estética formal que nos brindan y que en conjunto representan el paisaje construido tradicional de cada región.

De todo esto lo importante es saber que cada uno cuenta.

La vivienda patrimonial no solo es bella sino que es adecuada, funciona en correspondencia con su lugar de emplazamiento y sin duda en conjunto nos maravilla esa  imagen urbana tan pintoresca que nos brinda.

Ademas de considerar la normatividad para la conservación de la arquitectura tradicional nos corresponde valorar la identidad que nos da cada inmueble así sea el más austero o pequeño de ellos pues es esto lo que realmente nos otorga el sentido de pertenecía y acrecienta el valor cultural.

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