La Policía de la Moral. Sí, en pleno siglo XXI, hay una Policía Moral en Irán. ¿A qué se dedica este “cuerpo de seguridad”? Nada menos que a aplicar las reglas de la religión musulmana, entre ellas, que las mujeres porten correctamente el velo para que no se vea su cabello.

La Policía Moral detuvo el pasado 16 de septiembre a Mahsa Amini, de 22 años de edad, al parecer, porque no llevaba bien su velo. Murió por la golpiza que le pusieron. Vaya moralina: no se vale traer chueca una prenda, pero sí apalear a una pobre chica hasta llevarla al borde de la muerte.

Irán es una teocracia. Gobiernan los Ayatolas. La ley musulmana es, por tanto, obligatoria para toda la sociedad. Con el fin de aplicar estas reglas, existe la Policía Moral. En realidad se trata de un aparato de dominación del Estado con el fin de generar miedo y así controlar a la población. De esta forma, una pequeña minoría de fanáticos religiosos domina a la mayoría de la sociedad.

Son las mujeres quienes más sufren en este régimen opresivo. La Policía de la Moral se ensaña más con ellas porque las reglas religiosas fueron hechas por hombres para subyugar al género femenino. Las mujeres a la cocina, a cuidar niños y ocultar su cuerpo y cara para no provocar ninguna atracción sexual. Y si no cumplen, la Policía de la Moral las detiene y envía a campos de “reeducación”. Esclavas de los hombres, eso es lo que quieren los Ayatolas iraníes que viven en la Edad Media.

Bueno, pues afortunadamente las mujeres en Irán se están rebelando de esta insoportable opresión masculina. El asesinato de Mahsa Amini, ha generado protestas en todo el país. Desde pequeños pueblos hasta las universidades, las iraníes están expresando su hartazgo por cuatro décadas de una de las peores dominaciones masculinas del Planeta.

Lo celebro.

Soy de los que creo que los valores liberales deben ser universales. No me convence la idea de dejar que cada pueblo tenga sus propias reglas. La libertad es intrínseca al ser humano. Como tal, las mujeres en Irán deben tener los mismos derechos que en Occidente. Si quieren ellas ser las más religiosas del mundo, usar hiyab, nicab o burka, caminar detrás de sus maridos, cocinarles, criar hijos, tolerar el machismo de sus maridos, pues muy su problema. Pero, si las mujeres quieren vivir otro estilo de vida, emanciparse del patriarcado en el que han vivido, también deben tener ese derecho. Cada quien que decida, en libertad, qué hacer con sus vidas.

Veía ayer las manifestaciones feministas en México. Aquí hay una supuesta igualdad de los hombres y las mujeres en la ley. No obstante, falta mucho, muchísimo, para que esto ocurra en la realidad. Todavía existen muchos cavernarios que creen en la superioridad del género masculino sobre el femenino. Estamos mejor que en Irán (aquí no hay Policía de la Moral), pero el machismo y el patriarcado persisten en nuestro país.

Por eso, celebro que las mexicanas también salgan a la calle a protestar. A demandar que ellas sean las que tengan el derecho a decidir si interrumpen voluntariamente un embarazo. A exigir que se resuelvan los feminicidios. A gritar basta de la violencia que cotidianamente sufren.

Estoy convencido que este siglo será el de las mujeres. En todo el mundo estamos viendo una movilización impresionante de las mujeres con el objeto de liberarse de la subyugación masculina, sea ésta muy intensa y aplicada por el Estado como en Irán, o más cotidiana y violenta como en México. Aplaudo el movimiento feminista en todo el mundo.

Algunas mujeres me han criticado por meterme en este asunto. Dicen que esto les concierne sólo a ellas. Que los hombres no debemos involucrarnos porque es un ejemplo del llamado mansplaining, es decir, el acto de un hombre explicando cierto tema porque sabe igual o más que una mujer. Yo no pretendo eso. Por supuesto que las mujeres son las que mejor entienden el fenómeno de la discriminación y violencia de género. Pero, como también creo en la libertad de expresión, considero que tengo el derecho de opinar sobre un tema tan relevante para toda la sociedad.

Como puede verse en este texto, apoyo cien por ciento el movimiento feminista. Todo mi respeto y admiración a las mujeres en su lucha. A lo largo de estos años, he aprendido mucho de ellas. He tratado de cambiar para ser menos machista. Sí, admito, me cuesta trabajo. Pero todos los días trato porque estoy convencido de que a los hombres nos toca escuchar a las mujeres y cambiar.

 

Twitter:@leozuckermann

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