Antier entró en vigor el nuevo Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que había comenzado el primero de enero de 1994.

No sé por qué, pero en México a veces no nos gusta celebrar los éxitos. Preferimos concentrarnos en nuestras penurias. Hoy, por eso, quiero aplaudir el gran éxito que fue el TLCAN. Lo considero el cambio económico estructural más importante de varias generaciones.

El TLCAN surgió como una idea después de una visita del presidente Salinas al Reino Unido. Acababa de caer el Muro de Berlín. Nuestro mandatario platicaba sobre las consecuencias de este acontecimiento histórico con la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher. Naturalmente, Salinas estaba preocupado por los efectos que traería el final del mundo bipolar para México. Thatcher le recomendó acercarse más a Estados Unidos porque, en Europa, estarían concentrados muchos años en reconstruir ese continente.

De regreso a México, en el avión presidencial, Salinas reunió a miembros de su gabinete e invitados especiales para hablar sobre el tema. Ahí surgió la idea de retomar la idea que había propuesto el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, en 1979, de firmar un acuerdo para liberalizar el comercio en América del Norte.

Aterrizando el TP-01, el secretario de Comercio y Fomento Industrial, Jaime Serra, contactó a su par estadunidense para ver si les interesaría un tratado bilateral.

El gobierno de George Bush padre, por fortuna, aceptó la idea y comenzaron las negociaciones. Luego se uniría Canadá, que ya tenía un acuerdo con Estados Unidos.

Las negociaciones fueron duras e intensas. En México, la izquierda, dentro y fuera del PRI, estaba en contra del tratado. Pensaban que eso significaría el fin de la industria nacional y el sometimiento de la soberanía a los intereses imperialistas de Estados Unidos.

De qué tamaño fue el éxito del TLCAN que, 23 años después de entrar en vigor, cuando el presidente Trump de Estados Unidos amenazó con salirse del acuerdo, todos en México, incluyendo la izquierda más recalcitrante, defendió el libre comercio y la integración con el vecino del norte.

El supuesto presidente antineoliberal, López Obrador, fue de los defensores más férreos del tratado y, gracias a su voluntad política, pudo cerrarse la negociación del nuevo T-MEC.

A lo largo de muchos años, he tenido el privilegio de viajar por todo México. He constatado el cambio en las regiones beneficiadas por el TLCAN, en particular el norte y el Bajío. Es evidente, a simple vista, la mejoría del nivel socioeconómico, lo cual está comprobado empíricamente en las estadísticas del Inegi.

También he visitado las regiones donde no llegaron las ganancias del TLCAN. Ahí es evidente el rezago. En este sentido, el país se dividió en dos. El desafío, sobre todo para el sur del país, es que algún día lleguen los beneficios de la integración económica de América del Norte.

Gracias al TLCAN, México se convirtió en la única potencia exportadora de Latinoamérica. Los números son impresionantes. Antes de la crisis económica por el covid-19, en el primer semestre de 2019, nuestro país exportó, en promedio, mil 255 millones de dólares cada día. Si sumamos todas las exportaciones de todos los demás países de América Latina (Brasil, Argentina, Chile, Colombia, etcétera) no alcanzan a los mexicanos.

Pero también se pierde la importancia de las importaciones para México. Nuestro país era una economía bastante cerrada antes del TLCAN. En las tiendas y supermercados había pocas opciones para los consumidores. Muchos productos eran caros y malos. Hoy la historia es diferente. Existen múltiples opciones al alcance de la gente. Cierto: no a todos porque no tienen dinero suficiente. Sin embargo, el saldo es positivo: mejores productos a mejores precios.

En conclusión, ¡qué gran cosa fue el TLCAN para México! Todo un éxito. Ojalá el nuevo T-MEC también lo sea. Es nuestra gran apuesta para salir rápido de la maldita crisis económica por la que estamos atravesando.

Aviso

El autor de esta columna se tomará unos días de descanso, por lo que volverá a publicarse el lunes 27 de julio.

 

                Twitter: @leozuckermann

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