La Historia del Pueblo Mexicano, libro dado a conocer en días pasados por la Oficina de la Presidencia y, editado en forma conjunta por la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional de Estudios Históricos, representa quizás, el intento oficialista por articular la narrativa sobre la génesis del movimiento autodenominado como la 4ta. Transformación de nuestro país.

Si bien, una de las máximas más conocidas entorno a la historia, es que, suele ser escrita por el vencedor. En este caso, no es posible aplicarla, ya que el pueblo mexicano dista de ser el vencedor dentro de esta historia, ya que la retórica dentro de la narrativa descrita en dicha publicación recoge drama, opresión, explotación y sufrimiento de los mexicanos.

Otra máxima inherente a la historia es la presentación de los hechos en forma objetiva y bajo la lógica evolutiva de la consecución de los eventos; sin embargo, la narrativa presentada en dicha obra acusa una fraseología propia que construye y agiganta imputaciones de carácter ideológico, que en palabras del filósofo Luhmann podríamos calificar de alquitarada y disfrazada de asepsia, en donde la acrítica con los hechos sobre empuja la ya agotada filosofía de la izquierda.

Citando al filósofo Habermas, “…en las sociedades complejas…, los argumentos esgrimibles… no funden en un trasfondo comunicativo límpido, sino distorsionado y distorsionante de la plausibilidad de las razones”. De ahí que se podría acusar que las razones para explicar la génesis de la seudo 4ta Transformación, tratan de argüir una razón científico-técnica desde la evolución de la historia de México, con una cosmovisión que desenmascara su carácter ideológico.

La hipercomplejidad radicalizada de la narrativa de acontecimientos expuestos dentro del libro, plantea un ejercicio cuántico agotador de brincar de atrás hacia adelante y retrocede al pasado, en un ciclo intrincado y reduccionista, por estructurar respuestas a los problemas sociales, que a su vez presuponen la existencia de escenarios con eventos contingentes que actúan sobre su entorno y se retroalimentan. Es decir, si bien no los podemos considerar como eventos aislados, no podemos denostar que resultan ser consecuencia de la evolución e interconexión de sucesos y no incidentes espontáneos.

Volviendo a Luhmann, la ideologización de la historia obvia la realidad y distorsiona imaginariamente los hechos, conformándose en un concepto polarmente opuesto a la autorreflexión como proceso a través del cual, el sujeto construye su propia objetivación de la realidad. A lo cual Habermas coincide denunciando la peligrosidad de la ideologización, ya que advierte que esta “…mina el fundamento mismo de la participación democrática, promueve la coacción estructural y desactiva la crítica de la falsa conciencia”.

El trasfondo de esta obra, presumiblemente, observa pretensiones de legitimar el origen de la génesis del abanderamiento del seudo movimiento de la 4ta Transformación, en búsqueda de la negación evidente de su consanguineidad con el régimen conservacionista y liberal del Partido Revolucionario Institucional.

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