Uno de los proyectos de la Secretaría de Economía Sustentable y Turismo (SEST) es la reconexión con la naturaleza por lo que, en el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica, el cual se conmemoró el pasado 22 de mayo, invita a unirse a esta prioridad ya que proteger la biodiversidad contribuye al cuidado y fortalecimiento de la salud de la población.

El titular de la dependencia estatal, Mario Escobedo Carignan aseguró que, por lo anterior, el Gobierno del Estado a través de la SEST y de su subsecretaría de Desarrollo Sustentable, tiene en proyecto la declaración de varias Áreas Naturales Protegidas (ANP), para que cuenten con especial protección de la administración estatal. “El expediente más avanzado para convertirse en ANP estatal es el parque “La Lagunita”, situado en Ensenada, esto con el objetivo de proteger y restaurar los elementos más representativos del área, la biodiversidad de los ecosistemas, asegurando así su permanencia”, expresó el funcionario estatal.

El titular de la SEST recordó que, según la Organización de las Naciones Unidas, la biodiversidad es la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, pero también abarca las diferencias genéticas dentro de cada especie y la variedad de ecosistemas, como los lagos, bosques, desiertos y campos agrarios.

Por otra parte, el subsecretario de Desarrollo Sustentable, José Carmelo Zavala Álvarez, remarcó que un concepto de vital importancia en las sociedades actuales es la reconexión con la naturaleza, lo cual tiene que ver con la pandemia que hoy se enfrenta en muchos países del mundo.

“Perdimos esa conexión con la naturaleza, alteramos un hábitat en el ecosistema y estos virus que son naturales en la vida silvestre, son reservorios que viven de manera natural, pero por caminos aún desconocidos, llegan a animales y luego a humanos, como en el caso del virus que dio origen a la actual pandemia”, explicó.

Debemos impulsar, opinó, conceptos como la agroecología, los huertos urbanos, regresar a una agricultura más amigable con el medio ambiente, que no use tantos agroquímicos, esto tiene que ver con conservar el suelo, porque los suelos son parte de la tierra viva que sustenta la vegetación y allí empieza la cadena alimenticia.

Consideró que estos movimientos de huertos familiares, de agricultura urbana, de agroecología, lo que buscan es que haya una reconexión socio ambiental entre la producción de alimentos y el consumidor, hay mercados de granja, para que la gente sepa de dónde vienen sus alimentos o sus vegetales.

Ciudades tan grandes como Tijuana y San Diego, añadió Zavala Álvarez, no tienen un área de proveeduría de alimentos en el entorno y lo traen de distintas partes, este virus está mostrando que las largas cadenas de suministro y proveeduría son muy frágiles y la industria está padeciendo porque sus suministros están en Asia.

En el caso de los alimentos, agregó, hoy nos estamos dando cuenta de dónde vienen y qué tan frágiles son esas cadenas de proveeduría, desde que se siembra, cómo llega por transporte, por cuartos fríos, por refrigeración, hasta el consumidor y entre más larga esté esa cadena de intermediarios es más frágil.

 Zavala Álvarez remarcó que es precisamente al hacer la cuenta completa cuando queda más claro por qué en la jerarquía del uso de agua no puede estar primero el uso doméstico, sino el uso para la agricultura, que es de donde vienen los alimentos para la subsistencia de los ecosistemas, de los seres animales y humanos.

“Esta desconexión nos hace revalorar que la salud de la naturaleza, la salud de la biodiversidad está íntimamente relacionada con la salud de la población; hoy este virus está haciendo un corte despiadado y cruel con quienes tienen padecimientos crónicos, como obesidad, diabetes, hipertensión, problemas respiratorios”, dijo.

Somos, continuó explicando, lo que comemos y llegamos a esta condición por nuestra alimentación, por hábitos dirigidos más por la mercadotecnia que por una selección consciente que pondere el valor nutricional y calórico de los alimentos, hay quienes incluso son más escrupulosos en la alimentación de sus mascotas.

 “Costó 70 litros de agua que una manzana llegue a manos del consumidor, un kilo de carne de res costó mil 500 litros de agua, ésa es la huella hídrica o el agua virtual contenida en esos productos; si tenemos más conciencia de eso, seremos más selectivos de los productos y servicios que patrocinamos al comprarlos”, enfatizó.

Finalmente, el funcionario estatal destacó que hoy los estímulos económicos deben considerar la variable ambiental y llegar a empresas e industrias que sí hagan la cuenta completa, sí consideren la huella ambiental del producto o servicio que ofrecen, para que no haya subsidios ocultos que se recarguen en depredar la naturaleza.

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