Al final el objetivo del bloque de derecha falló, se quedaron cortos en su intención de paralizar al gobierno y deben entender varias cosas esenciales: No tendrán posibilidad de ganar la consulta para la revocación de mandato del presidente; sus posibilidades de ganar la presidencia en 2024 son muy menores; han perdido espacio a nivel nacional y la sociedad parece estarle dando un mandato al gobierno para que revierta el daño causado por la alianza derechista (PAN, PRI, PRD). No es cosa menor que se les hayan caído las consignas, especialmente la sandez de que hay que frenar al dictador.

El gobierno mantuvo la mayoría en la cámara de diputados y no pierde el senado (donde no hubo votación), así que tendrá que buscar alianzas ocasionales para en su caso aprobar reformas constitucionales, aunque puede seguir gobernando sin contrarreformas, por lo pronto no tendrá ningún problema para aprobación de presupuesto y todos los temas que requieren de mayoría simple. La primera declaración de AMLO fue que habrá presupuesto para programas sociales, el que es sin duda el punto central de su agenda, recuérdese eso de “primero los pobres”.

La elección fue atropellada por muchas razones. El día de la elección hubo 6,040 incidentes. El manejo político del INE buscó entorpecer la elección incluyendo llamados a la posibilidad de anularla, intromisión de dos consejeros (Córdova y Murayama) en el debate político-ideológico para golpear al presidente, y un tema mayor, fue el manejo arbitrario del castigo que canceló candidaturas que luego fueron restituidas, algunas un día antes de la elección; por la misma falta cancelaron dos candidaturas y multaron una tercera; no actuaron contra una candidata acusada penalmente bajo el planteamiento de que no estaba condenada, cosa que ella evitó con argucias legales, o no la tocaron porque es del PAN; el INE guardó un silencio esperado frente a la indicación muy precisa de que había dinero sucio en las campañas y no reaccionaron ante la denuncia de reparto de tarjetas para comprar votos. Si el Estado de derecho es frágil y vulnerable, el INE lo siguió golpeando y con eso afectó a la democracia.

La guerra sucia fue, una vez más, la marca de la oposición, a los viejos temas del peligro para México, la venezolanización del país, hay que parar a la dictadura, se amplió hasta que AMLO está ligado al narco y sus diputados también, y por supuesto siguió con la batería de llamadas telefónicas ilegales, ya veremos si los justicieros del INE las persiguen con todo rigor ya que se dicen fieles a la letra de la ley, hasta que les tocan sus intereses partidistas.

Antes de la elección ya había miles de quejas ante el TRIFE, o sea que podemos esperar una cierta cantidad de elecciones que se sometan al poder judicial, lo que por sí mismo no es malo, ya que esperar el arbitrio de los jueces es señal de democracia, aunque esos jueces no siempre tienen la pureza que deban tener.

Una de las marcas más dolorosas fue la violencia. Hasta el día de la elección hubo 782 agresiones contra 774 en 2018, 518 fueron contra candidatos, se registraron 89 asesinatos de los cuales 35 eran candidatos para alcalde. En el clima de violencia que asuela al país muchas autoridades locales se abstienen de investigar y los números rebasan la capacidad del gobierno, así se cumple una condición desastrosa para la protección de la sociedad: el gobierno no puede o no quiere proteger, o como parece ser el caso, una combinación de ambas.

La participación ciudadana se mantuvo en los índices usuales, alrededor de 50% de abstención electoral, lo que muestra que provocar y agitar en las redes (con bots pagados) no necesariamente tiene una correspondencia en la promoción del voto, pero ellos son libres de malgastar su dinero.

Si la derecha aprende la lección deberán entender que su intento de destrucción fracaso, otro gallo les cantaría si hubieran tratado de construir y si quieren otros resultados, deben empezar a tratar de organizar a la sociedad, lo que su elitismo dificulta, ya ven el fracaso rotundo que les produjo su plantón en el zócalo de CDMX con casas de campaña vacías. Si el gobierno y la izquierda aprenden la lección, deben arrebatarle el control del ejercicio electoral a las burocracias partidistas y fortalecer a la sociedad, eso consolidará una agenda que desmantele el tinglado neoliberal que perjudicó a la sociedad y consolidará una opción de gobierno para el próximo sexenio.

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