Eso sería antes de los años 60 cuando los televisores, para producir las imágenes, empleaban tubos de rayos catódicos y éstos emitían radiación ultravioleta —aunque de bajos niveles—. De ahí la «recomendación» —sobre todo para los niños— de sentarse a más de dos metros de distancia.

Sin embargo, desde hace más de 50 años, una norma internacional para el control de radiación estableció que los televisores se fabricaran con vidrio emplomado para que dicha emisión de rayos ultravioleta no afectara a los espectadores.

Ahora que las pantallas son digitales, el único riesgo de mantenerse frente a un televisor es la vida sedentaria que fomenta. Las tasas de obesidad infantil se han triplicado en menos de 25 años y la «cultura de la apreciación pasiva» tiene mucho que ver en ello. Los niños de entre 3 y 9 años de edad pasan un promedio de 14 horas a la semana frente a la tv, mientras sólo dedican una hora a actividades físicas —y ésta, muchas veces corresponde al ejercicio «obligatorio» que exige la escuela.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia —UNICEF, por sus siglas en inglés—, México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil —y el segundo en obesidad en adultos—. La principal causa son los malos hábitos de alimentación que, sumados a la vida sedentaria, desencadenan que 70% de la población llegue con sobrepeso a la edad adulta.

Con estas cifras, se calcula que un ciudadano promedio, al llegar a los 70 años de edad, habrá «desperdiciado» 8 años de su vida viendo TV.

 

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