La política existe porque existe el desacuerdo y éste a su vez, deriva del contraste de nuestros pensamientos; de lo contrario, seríamos autómatas sumergidos en una armonía artificial o viviríamos víctimas de una tiranía. El reto para la clase política es conocer y diseñar las estrategias adecuadas para lograr el consenso entre las mayorías.

Por eso, me refiero a uno de los postulados del intelectual jalisciense Agustín Yáñez, quien en 1963 aseguró que “La genuina política sabe a dónde y cómo ir, porque sabe las necesidades reales de la colectividad. En cambio, la falsa política, la política del éxito, la política de las apariencias, por su deleznable contextura, carece de planes fijos; va saliendo del paso…”.

Infortunadamente gran parte de los políticos –improvisados– de nuestro país se inclinan por el show bussiness, en lugar de procurar la dignificación del quehacer público. De esta manera, me permito ilustrar uno de los tantos panoramas en los cuales resulta aplicable dicho precepto. Uno más que me atrevo señalar es el menosprecio al legítimo interés de los jóvenes.

Días atrás, en la arena de las redes sociales, circuló un video de jóvenes priistas externando sus inconformidades sobre la administración de su partido. Es lamentable que aun existan voces que desdeñan estas expresiones por adjudicarlas a un grupo partidista interno que busca hacerse del poder. Eso no es nuevo, ni tampoco inquietante. Lo verdaderamente vergonzoso es el recelo ante el actuar de los jóvenes, pues se trata de un sector sumamente valioso, no sólo para un partido sino para el país entero, el cual amerita atribuirle un justo valor. Evidentemente, quienes lo rechazan y minimizan, son los personajes reacios a compartir el poder, de no ser que se trate de sus herederos políticos. Esa es una de las causas que llevan al precipicio: los métodos obsoletos.

El personaje central de “Cuento de Navidad”, Ebenezer Scrooge, es un hombre amargado, avaro y egoísta. Atesora hasta la moneda de más baja denominación y ahorra hasta el mínimo esfuerzo buscando amasar una fortuna, en medio de ruinas. Esta novela de Charles Dickens, escrita a mitad del siglo XIX, me parece el comparativo perfecto con el panorama actual en Baja California: acaparan, aglutinan y dosifican. Esperemos que, por el bienestar de la democracia, también los hagan reflexionar los fantasmas del presente, del pasado y del futuro.

La Agrupación Política de Baja California, recibió a David Ruvalcaba la semana pasada. De su ponencia, rescato la siguiente frase “…el PRI aun vale, la prueba es que aún se pelean por él…”, pues coincido plenamente. Pero hay de peleas a peleas. Están aquellas que se hacen por obtener algún provecho, aunque sea entretenimiento, y las que resultan absurdamente estériles. Así, aun persisten políticos partidarios de la división, del encono; quienes mendigan hasta el botín de “likes” en las redes sociales. Es cosa de madurez política.

Post Scriptum.- “La genuina política se opone a maniobras de simulación; afronta los problemas de la colectividad, enfocándolos desde diversos ángulos con sentido realista»: Agustín Yáñez.

* El autor es candidato a maestro en Comunicación Estratégica para Gobiernos e Instituciones; analista y consultor político. Contacto: www.facebook.com/fruiz29/ @fruiz_29 [email protected].

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