“Cada relato cuenta siempre dos historias, una en la superficie que es la trama evidente, y una historia más profunda, que es el significado, el sentido de lo que se está contando”, aseguró Juan Villoro en la presentación de su libro “Examen extraordinario”.

Se trata de una antología de cuentos que Villoro ha escrito a lo largo de las últimas tres décadas y con el cual comparece ante “un sinodal definitivo”, que son los lectores, según explicó al comentar su libro más reciente con el también escritor Daniel Salinas Basave durante una sesión en línea transmitida por el Centro Cultural Tijuana, institución de la Secretaría de Cultura.

Salinas Basave habló de su experiencia al acercarse a esta antología: “Fue como subirme a la máquina del tiempo y recordar 20 años de la primera edición de ‘Albercas’ y el primer cuento de Villoro, ‘Espejo retrovisor’”.

“La relectura puede ser un placer aun mayor que la primera lectura”, aseveró Salinas al señalar que “nunca lees el mismo cuento; si tu entorno, circunstancia o edad no es la misma, entonces estás leyendo otro cuento, descubres otras cosas, imagino que así le debe haber pasado a Villoro al someterse a este ‘Examen extraordinario’ y releer sus propios cuentos”.

El autor de “El samurái de la Graflex”, publicado al igual que el libro de Villoro por el Fondo de Cultura Económica en su Colección Popular, recurrió al paralelismo con el futbol, afición que comparte con Villoro, para referir que, por su condición, “el examen extraordinario pareciera como jugar una final, pero en realidad el espíritu de este examen es jugar la liguilla de descenso”.

Al hablar del desafío de seleccionar solo 14 relatos de su prolífica obra, Juan Villoro dijo que trató “de ser fiel a los dictados del corazón y la memoria, y traer a cuento aquellos textos que me resonaban más o sentía que en ese momento se combinaban mejor a partir de sensaciones anímicas, no de un análisis muy riguroso”.

Respecto al oficio de escribir, Villoro fue categórico al afirmar: “Cuando oigo hablar de la inspiración en el arte levanto la ceja, porque desconfío bastante de la cercanía casi divina con algo que te envía un soplo y que en estado de gracia te pones a crear; me parece un poco exagerado y pasa por alto lo más importante del trabajo artístico que es el oficio, la talacha diaria, en cambio creo muchísimo en la curiosidad, quizá el nombre profano de la inspiración”.

Respecto a la portada de Examen extraordinario”, que muestra la pierna de un joven estudiante en la que sobresale el “acordeón salvador” que evoca la etapa estudiantil de muchos, Villoro dijo divertido: “Un buen acordeón debe resumir muchísimas cosas y todo mundo sabe que el resumen siempre es un aprendizaje, pues debes quedarte con lo esencial, de tal suerte que cuando haces un buen acordeón ya estudiaste tanto que no necesitas sacarlo”.

Al referirse a Tijuana, el Premio Internacional de Periodismo Vázquez Montalbán 2006 confesó: “No he ido tantas veces como quisiera, pues es una ciudad muy importante para mí; Federico Campbell, mi primer editor, hablaba mucho de ese lugar y me hizo pensar que era un destino obligado para conocer una manera distinta de entender al país”.

Resaltó el carácter singular de la ciudad, “un espacio excepcional que jamás me atrevería a tratar de definir, escribí una breve crónica que después formó parte de mi libro ‘Safari accidental’”, pero nada más.

“Es un lugar de referencia para mí”, añadió el escritor, “he podido estar ahí especialmente en el Cecut, donde he presentado mis libros y el espectáculo ‘Mientras nos dure el 20’, con lecturas y música de Diego Herrera del grupo Caifanes, y donde rendimos tributo a Luis Humberto Crosthwaite y a Abigael Bojórquez”.

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