A continuación, reproduzco una síntesis de la respuesta que amablemente me envió Santiago Creel sobre mi artículo del lunes en este espacio:

“Los partidos que integran Va por México han subordinado sus intereses particulares a uno superior, que es México y su futuro. Ése es el sentido de la coalición. Antiguos adversarios políticos deponen su interés partidario en aras de lograr un bien mayor.

“De esa forma, en 2021 obtuvimos casi 20 millones de votos federales, contra 21 de la coalición oficial, ello dio como consecuencia la ruptura de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, con lo cual se impidieron las reformas constitucionales que hubieran destrozado la economía del país y nuestra democracia: la tóxica reforma eléctrica, la perversa reforma electoral y la violatoria militarización de la seguridad pública que pone en riesgo nuestros derechos humanos; además, a través de las acciones que hemos interpuesto ante la Corte, se ha impedido que prosperen las piezas legislativas inconstitucionales.

“A la par, en Durango y en Aguascalientes se han constituido los dos primeros gobiernos de coalición.

“En el Estado de México, ir unidos es la única circunstancia en la cual ese estado puede ganarse.

“Muchos de nuestros militantes que tenían méritos para ser nuestros candidatos subordinaron su interés y dieron paso a que el candidato de otro partido, antiguo adversario, lo fuera y, además, lo acompañaron en campaña para pedir el voto.

“En mi caso personal, durante muchos meses ningún liderazgo panista levantó la mano para asumir esa responsabilidad, lo hice después de que quienes por décadas hemos sido compañeros de lucha política, dentro y fuera de partido, me pidieron que considerara encabezar este nuevo esfuerzo, máxime que lo más probable era que Ricardo Anaya no podía regresar a México –por una imputación falsa y a todas luces injusta– para volver a competir.

“Mi decisión no fue a ciegas, hasta ahora soy el opositor que obtengo los mejores números en la mayoría de las encuestas y quien, a diferencia de todas y todos mis competidores, mi experiencia política ha sido ser constructor de alianzas partidistas, de instituciones y de reformas que han permitido el paso de la democracia y del desarrollo social y económico del país.

“Tengo la convicción, pero también las evidencias factuales, que me habilitan para ser aspirante, eso, por el momento sólo aspirante, para encabezar un esfuerzo colectivo que se hace necesario para seguir fortaleciendo la alianza opositora.

“Lo hice desde que pusimos el primer cimiento de Va por México, que culminó prácticamente empatando a la coalición oficial y gano múltiples centros urbanos y el Valle de México, corazón obradorista del partido Morena.

“¿Esa aspiración es ‘demencial’?

“Mi posición ha sido más que clara: quiero como quieran la sociedad organizada y los partidos de oposición: con o sin firmas, con o sin voto electrónico, con o sin encuestas –veo muy difícil decidir sin uno de los elementos más certeros para evaluar la opinión pública–.

“En definitiva, me someto a las reglas que se acuerden, bajo el principio del consenso y de antemano acepto el lugar que me corresponda, de acuerdo con los resultados que arroje mi desempeño en esa competencia.

“Lo he dicho infinidad de veces, si no gano en la interna de la coalición –con reglas y cancha pareja– entrego todo mi capital político a quien triunfe.

“Así lo he hecho toda mi vida.

“Pero creo que éste es mi momento para ser candidato y esta elección no tiene nada que ver ni se parece a otras del pasado en que me ha tocado participar. “Va a ser una elección polarizante, es decir, al final la contienda estará entre dos polos o frentes. Claro que el candidato cuenta, pero la fuerza del frente será determinante.

“En esta contienda aporto que he sido parte en la formación de todas las coaliciones opositoras, desde 1997, y mi carta de servicios en esa materia ha sido siempre llegar a acuerdos y cumplirlos.

“Además, he liderado junto con otros actores políticos y siempre a través de acuerdos partidistas, sean de la oposición o con el gobierno en turno, la construcción de las instituciones modernas y democráticas de México.

“A mi manera de ver, el candidato de la coalición opositora tiene que tener el liderazgo, primero, para poder consolidar la actual coalición, después ensancharla y que alcance cubrir a toda la oposición partidistas y no partidista, y contar con la experiencia en tratar efectivamente a diferentes, saber hacer alianzas políticas y cumplirlas, y conocerlos a detalle para ecualizar sus diferencias privilegiando el bien común.

“Deseo ser el candidato, precisamente porque quiero, puedo y debo construir la coalición más fuerte y poderosa que haya tenido México, y así ganar y gobernar para cambiar el rumbo al país.

“Y sí, soy un buen tipo y mi candidatura no es demencial.

“Con México no juego”.

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