¿Qué es Morena? La pregunta parece ociosa, pero no lo es. La verdad es que no sabemos qué hay ahí adentro y qué capacidad de operación electoral va a tener este partido rumbo a las elecciones del año que entra.

Morena es un movimiento que fundó López Obrador para servirle como vehículo partidista en las elecciones de 2018, una vez que dejó el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Pero, a propósito, lo dejó como un movimiento/partido de los llamados “atrapa todo” que busca integrar individuos y grupos con todo tipo de ideologías e intereses. Ahí cupieron desde antiguos miembros del partido comunista hasta célebres integrantes del ala más derechista del PAN, El Yunque.

Un magma de ideas que tenían un solo interés: ganar, con López Obrador al frente, el poder en 2018. Y vaya que lo lograron con una victoria holgada y contundente.

Dos años después, ¿en qué se ha convertido Morena?

Aquí he dicho, y lo sostengo, que es una especie de PRD, pero en esteroides. A lo largo de su historia, los perredistas se caracterizaron por una impresionante división de distintos grupos, las llamadas “tribus”, que se la pasaban peleando por conseguir candidaturas, puestos directivos y dinero de las prerrogativas públicas.

Hoy, en este sentido, Morena se parece mucho al PRD en una versión más extrema por una razón: es el partido dominante de México, con mucho más poder y dinero del que alguna vez tuvo el PRD. Hay más pastel que repartir y más facciones que se lo disputan. Grupos de izquierda, centro y derecha. De chile, limón y manteca. Idealistas y oportunistas. Lopezobradoristas de hueso colorado y lopezobradoristas por conveniencia. Un partido tutti frutti, cuyo único cemento es el liderazgo de López Obrador.

Nada pinta mejor a Morena, en este momento, que la imposibilidad de elegir a una nueva dirigencia nacional. En su papel como secretaria general del partido, Yeidckol Polevnsky se quedó como presidenta provisional cuando AMLO renunció a este puesto para irse como candidato presidencial. Trataron de organizar una elección para nombrar a un nuevo dirigente, pero, como los perredistas de antaño, no pudieron. Hasta violencia física hubo en algunos comités. Fue entonces que entró Alfonso Ramírez Cuéllar como dirigente de transición. Inmediatamente, Polevnsky y Ramírez se pelearon. Ahora hay un escándalo de dineros muy opacos en la compra de bienes inmuebles.

Y esto se pondrá todavía peor conforme se acerquen las elecciones. Naturalmente, las distintas y variopintas facciones van a presionar para quedarse con las miles de candidaturas que estarán en juego en 2021. Y, al día de hoy, no existe un mecanismo institucional para seleccionar a los afortunados. Gibrán Ramírez, uno de los fundadores de Morena, ha propuesto que se use el método de las encuestas, pero su propuesta no ha tenido eco en medio de las múltiples disputas partidistas.

A Morena le puede pasar lo que al PRI en el pasado cuando éste era el partido dominante. Muchos cuadros, decepcionados porque no los lanzaron como candidatos a un puesto de elección popular que querían, los cacharon otros partidos para competir con sus siglas. No pocos ganaron por esta vía de la deserción.

Uno de los casos más conspicuos fue el Ricardo Monreal. El PRI no lo lanzó como su candidato a la gubernatura de Zacatecas. El entonces dirigente nacional del PRD, López Obrador, lo convenció de irse al PRD y desde ahí hizo realidad su sueño de ser gobernador.

Bueno, pues no descartemos que muchos morenistas, decepcionados porque no lograron una candidatura, salten a otros partidos.

De hecho, la reciente declaración del presidente López Obrador de que se está con la Cuarta Transformación o se está en contra también debe leerse como un mensaje a los suyos. Un “estate quieto” a todos aquellos que se les queman las habas por conseguir una candidatura de Morena y que, al estilo Monreal, podrían dejar el movimiento/partido si no logran su meta.

AMLO, como capitán, tratando de mantener la disciplina de su barco. Un barco que está por entrar en una brava tormenta con una tripulación muy dividida.

 

           Twitter: @leozuckermann

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