Si algo tenemos los mexicanos, es el gusto por las celebraciones. Este hecho que no es bueno ni malo, si tiene consecuencias positivas y negativas. Para aquellos a los que no les gusta el consumismo irracional, capitalista y sin sentido, no es conveniente que seamos una colectividad que de una u otra manera se distingue por ser buena como cliente o compradora. Adquirir en algunas ocasiones es un atenuante de emociones dolorosas; me siento rechazado por razón de sobre-peso, pero mi ánimo mejora si como un chocolate; cambiar de coche, aunque mi situación financiera carezca del respaldo para pagarlo en dos meses, me permite sentir que no estoy en ruinas porque ya llevo tres años en el desempleo y las tarjetas de crédito me están abrumando. Hacer una cena de lujo con vinos caros, pavo, bacalao y pierna que al final del día repartiré entre familiares, amigos y vecinos, me hace pensar que sigo siendo una persona importante y a ello agréguele, el arbolito, la piñata, los postres, la aportación a la peregrinación de mi grupo –empresa, salón de clases, colonia- y por supuesto los regalos de navidad o reyes si soy de los que aún conserva las tradiciones. Sí somos fiesteros, a mucha gente le cuesta trabajo encontrar el límite de la bebida, algunos aprovechan el exceso para despotricar en contra de aquel a quien considera culpable de lo que le ocurre por intrascendente que esto sea.

Consumir un día completo en una marcha o bloqueo –dejando el trabajo o el salón de clases- es algo casi tradicional. Lo mismo si es un fin de semana largo que la época de Guadalupe Reyes. Mucho de esto fue analizado por psiquiatras que encontraron que una protesta colectiva, permite en el semi-anonimato expresar nuestros enojos derivados de carencias respecto de las cuales casi siempre procuramos encontrar chivos expiatorios: padres, la comunidad, los maestros, el gobierno e incluso demonios y dioses invocados cuando tenemos problemas. Pero este lamentable hábito de culpar a otros no resuelve los problemas que nos aquejan, lo cual es una salida equivocada, pues en realidad lo que nos abruma, viene de dentro de nosotros mismos, por lo que culpar a otro nos ayuda por momentos, pero en realidad seguimos con la carga aumentada por la incapacidad del autoanálisis.

En el jolgorio de la protesta –en marcha, campamento o paro- poco reflexionamos en que si bien es cierto que una manera de excluirnos de la angustia de los números de muertos, golpeados, desparecidos, robados y extorsionados que nos recetan diariamente, es analizar como ocurren eventos similares en otras latitudes –la desaprobación del presidente recién electo en Perú o los juicios contra la vicepresidente de argentina- que si porque no sirven o son corruptos; o los conflictos entre Rusia y Ucrania, y peor aún la -sorpresiva en unos casos y esperada en otros derrotas- de selecciones deportistas en los eventos futboleros de Qatar.

Lo cierto es que coinciden, los líderes espirituales, psicólogos, o políticos que ponderan la paz, que a nadie edifica una contienda sin siquiera justificación entre ambos o varios bandos. De México se ha llegado a decir que somos el país más polarizado de mundo, pero le superan Brasil e incluso los Estados Unidos. ¿de verdad tenemos el primer lugar en feminicidios del planeta? El problema es de verdad dramático, pero con miedo y evadiendo el análisis, es poco lo que se logra con marchas. Y menos aún son quienes se detienen en estos días de vacaciones a reflexionar en la extinción de especies y la intención de autoridades mexicanas de abrir 17 espacios adicionales a los que ya existen para proteger a las tortugas marinas ¿se están recuperando algunos manglares devastados por la fiebre constructiva? ¿Qué puedo hacer por mi salud y la de mi familia para no verme forzado a ocupar servicios muy deficientes?[1] Reconozcamos a las colectividades realmente preocupadas por el medio ambiente: a los que protestan o marchan de Xochimilco, Milpa Alta, el bosque de Chapultepec o Tlalpan, porque tienen una versión más cercana a la realidad que la imaginada en un escritorio, con relación al agua, la rehabilitación de los pozos, la defensa de las chinampas, y el respeto a un uso de suelo por el negocio de construir edificios de muchos pisos ¿porque no se les escucha y si en cambio se les reprime o ignora?

Las controversias por el maíz transgénico, no son nuevas en el mundo y en México ha dado lugar a la creación de instancias burocráticas a las que hoy se tiene solo como adorno o material para encuestas tramposas. Hablando de ignorancia la mayoría de los adultos mayores ignoran que su pensión se convirtió en ley dese que vivía la Lic. María de los Ángeles Moreno y por ende no se puede quitar de manera caprichosa. Lo que ahora se festina como el gran descubrimiento de los gastos ocultos de poyo a los importantes de gobierno como la “gasolina del bienestar” se otorgaban como prestación adicional a los titulares de puestos altos de la burocracia desde la época en que nuestro presidente era priísta. Y detrás de esa mentiras y ocultamiento no se puede ignorar, que solo este fin de semana murieron de forma violenta más de 200 personas entre ellas un juez de Zacatecas y una embarazada en Veracruz. ¿No sería más alentador un programa de prevención y de justicia para estos casos que meterse en las entrañas de un partido para castigar a alguien a quien sus propios militantes presionan para impedirle seguir siendo cómplice del ejecutivo? ¿qué se está haciendo para evitar que sea la capital de república la entidad en donde se pierde un mayor número de armas oficiales? Por lo pronto sin necesidad de gastar y ocupando de manera eficaz nuestro tiempo y los recursos con los que contamos, celebremos estudiando, analizado, denunciando lo que sabemos nos llega de fuera, evitando simplemente culpar sin bases y corrigiendo lo que nos llega de dentro.

[1] Es más de una veintena, sobre todo mujeres en edad productiva, que han muerto al parecer por hongos en los anestésicos ocupados y son cientos las pacientes que debieron suspender sus terapias físicas –por caderas, rodillas o cualquier otro padecimiento de huesos y articulaciones. Y qué decir de los diabéticos y todos los que deben ser sometidos a cirugías.

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