Advertencia: el autor de esta carta fue profesor-investigador de la División de Estudios Políticos del CIDE y secretario general de esta institución.

Estimados alumnos:

Me siento muy dolido por la situación que está enfrentando el Centro de Investigación y Docencia Económicas, nuestro querido CIDE. Es otro ejemplo de destrucción institucional que ha caracterizado al presente gobierno.

Años de mucho esfuerzo y dedicación al edificar, poco a poco, una de las mejores instituciones de investigación y docencia de las ciencias sociales del mundo para, en unos cuantos meses, estrangularla presupuestalmente poniendo en riesgo su existencia.

En estos momentos aciagos, he decidido escribirles sólo a los estudiantes porque son los que tengo más en mente sabiendo lo valiosos que son. Jóvenes que se ganaron el derecho a estudiar en una institución de élite por sus méritos y no por su situación socio-económica. Son, como diríamos coloquialmente en México, unos chingones. Gente que sabe pensar y no repetir como borreguitos lo que les enseñan sus profesores.

A propósito, recuerdo una anécdota de mis tiempos en el CIDE.

Estábamos entrevistando a un candidato a estudiar una licenciatura. Era de un pequeño pueblo de Oaxaca. Le pregunté cómo debería erradicarse la pobreza en el país. Dio una respuesta concisa y correcta. Luego me preguntó: “¿y usted cómo le haría?”. Nos enfrascamos en un sabroso debate. Lo admitimos y le otorgamos una beca completa debido a su precaria situación económica.

Así, hay muchas historias de individuos a los que el Centro de Investigación y Docencia Económicas les cambió la vida. No muchas porque, efectivamente, es una institución elitista. Y eso no le gusta nada a este gobierno.

Ellos prefieren la borregocracia que la meritocracia. En lugar de premiar al mérito, prefieren que los mexicanos se comporten como un rebaño que repite la incontrovertible “sabiduría” que dicta el líder supremo todas las mañanas.

Ustedes no están para eso.

Son hombres y mujeres libres que les gusta pensar por sí mismos. Que creen en el método científico. Que desafían las teorías existentes, generan nuevas ideas y las comprueban empíricamente. Que debaten sus razonamientos y están dispuestos a cambiar de opinión porque otro presentó mejores argumentos.

Desgraciadamente, el CIDE no es una institución del Estado, sino del gobierno. No tiene, como la Universidad Nacional Autónoma de México o El Colegio de México, la autonomía para que la comunidad tome sus propias decisiones. Es el gobierno federal, a través de Conacyt, el que manda. Y este gobierno, el de López Obrador, ha decidido matar de inanición presupuestal a los centros públicos de investigación. Las autoridades del CIDE, en este sentido, no cuentan con los instrumentos jurídicos para defenderse de la destrucción decretada.

¿Qué deben hacer ustedes, los estudiantes, al respecto?

Recomiendo que lean Salida, voz y lealtad, de Albert O. Hirschman. Dice el autor que, frente a la insatisfacción con las decisiones de una organización, existen tres alternativas. La primera es la lealtad cuando alguien piensa que “la nueva situación no es importante para mí y no quiero perder tiempo involucrándome; por tanto, no hago nada y me enfoco en otras cosas”. La segunda es la salida: “la nueva situación sí me afecta, es importante para mí, pero lo que yo haga no mejorará las cosas, por tanto, mejor me voy y sigo adelante con mi vida”. Finalmente, está la voz: “la nueva situación sí me afecta, me importa y yo puedo influir en el resultado final, por tanto, escojo hablar en alto”.

Creo que, en su caso, tienen dos opciones: o salirse del CIDE o levantar su voz en contra de lo que está haciendo el gobierno. La primera tendrá efectos destructivos para su escuela. Al irse, sólo quedarán los borreguitos dispuestos a que el gobierno decida su futuro. La segunda es la alternativa más constructiva: demuestra un gran compromiso de ustedes con la institución.

No voy a juzgar si toman el camino de la salida. Los entiendo. Ustedes son individuos muy valiosos que deben, ante todo, velar por sus intereses. Estoy seguro que encontrarán grandes oportunidades en otros centros educativos. Recuerden que son unos chingones.

Lo que más me gustaría es que levanten su voz. Que se unan y organicen para impedir el atropello de quitarle el presupuesto de materiales y servicios al CIDE para comprar los tambos de una absurda refinería.

Es su decisión. Yo, por lo pronto, les reitero todo mi respeto y admiración.

 

Twitter: @leozuckermann

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