Ante al escepticismo público sobre la premura de las vacunas contra el COVID-19, las autoridades de Salud de Estados Unidos están planeando ajustar la observación de las primeras personas que sean inoculadas cuando las dosis estén disponibles, un elemento extra de seguridad que los expertos consideran vital.

Una nueva encuesta deja entrever un aumento de los temores hacia las vacunas. Debido a la pausa esta semana de un segundo estudio importante sobre las vacunas a causa de una enfermedad inexplicable ”y los repetidos tuits del presidente Donald Trump que agitan el espectro de que la política se impone a la ciencia” una cuarta parte de los estadounidenses afirma que no la utilizarán. Esto supone un ligero incremento en comparación con 1 de cada 5 en mayo.

El sondeo de The Associated Press-Centro NORC para Investigaciones de Asuntos Públicos encontró que sólo 46% de los estadounidenses quiere una vacuna contra el COVID-19 y 29% tiene dudas.

Lo más sorprendente es que a pesar de que los afroestadounidenses están afectados con especial severidad por el COVID-19, sólo 22% dice que tienen previsto vacunarse en comparación con 48% de la población en general, según la encuesta AP-NORC.

Estoy muy preocupado por las dudas hacia las vacunas contra el COVID, dijo el doctor William Shaffner, especialista en inoculaciones en la Universidad Vanderbilt, quien asegura que incluso los médicos de cabecera que necesitarán recomendarlas tienen dudas.

Si los políticos se hicieran para atrás y permitieran trabajar al proceso científico, creo que todos estaríamos mucho mejor, agregó.

Hay mucho en juego: Evitar una vacuna contra el COVID-19 podría significar el fracaso de las medidas para poner fin a la pandemia mientras que cualquier problema sorpresivo de seguridad que se presente después de la salida al mercado de una vacuna podría traducirse en desconfianza hacia otras inoculaciones de rutina.

Además de rigurosas pruebas finales en decenas de miles de personas, cualquier vacuna contra el COVID-19 autorizada para su uso a gran escala tendrá evaluaciones adicionales de seguridad a medida que salgan. Entre los planes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) figuran enviar mensajes de texto a los receptores de las vacunas para ver cómo se sienten a diario durante la primera semana y una vez por semana durante las seis siguientes.

Es muy improbable que haya una vacuna antes de las elecciones. A pesar de las objeciones de Trump, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) emitió normas claras de seguridad y eficacia que deben cumplir las inmunizaciones, y el comisionado Stephen Hahn insiste en que los científicos de carrera, no los políticos, decidan el destino de las posibles inoculaciones sólo después del debate de toda la evidencia en sesiones públicas.

El doctor Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, afirma que eso debería ser tranquilizador porque significa que los científicos como él examinarán toda la evidencia.

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La periodista Candice Choi y la videoperiodista Federica Narancio, ambas de The Associated Press, contribuyeron a este despacho.

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