Me he habituado a comenzar mis colaboraciones semanales con buenas noticias, por ello quiero agradecer al escritor y periodista cultural Josué Camacho, quien amablemente accedió a departir virtualmente con mis alumnos de Taller de Redacción sobre la importancia de la escritura, quienes, a su vez, se mostraron muy participativos durante el encuentro. Indudablemente, fue una experiencia enriquecedora.
Por otro lado, finalmente me di a la tarea de leer “Orfandad. El padre y el político” (Alfaguara, 2015), un texto de Federico Reyes Heroles, el cual, por cierto, esta muy bien escrito. Del mismo, rescato varios datos interesantes, entre ellos, llama poderosamente mi atención el término “robalear”, en alusión al pez róbalo. Una alocución adoptada por don Jesús Reyes Heroles, quien lo utilizaba para referirse un mal político ya que, según las letras de su hijo Federico: “o se trabaja para la Historia o se navega con bandera de pend…”.
El gobernador de Baja California debería estar muy alerta y apaciguar los bríos de sus colaboradores más cercanos porque, según me informan, las fotografías de la boda de Ricardo Moreno, su secretario particular, fueron filtradas por un miembro de su propio equipo. Afectando así́, hasta la reputación del casi homólogo de López Gatell en el estado, Alonso Pérez Rico. El prestigio Amador ya está por demás cuestionado. Tal parece que alguien le quisiera “tumbar la chamba” al particular del gober, aunque sea por el año que les queda. ¡Aguas gobernador! Así́ empiezan las traiciones, con “fuego amigo”.
Por ello reitero que el ejercicio del quehacer público amerita, además de colaboradores de confianza, profesionalismo y eficiencia. Como dijo Woodrow Wilson: “Debe existir una ciencia de la administración que se proponga enderezar el curso del gobierno, darle mayor flexibilidad a la tramitación de sus asuntos, fortalecer y purificar su organización, y dotar a sus tareas de un aire de respetabilidad”. Lo hizo público en 1887, ¡desde entonces andamos batallando con los servidores públicos ineptos!
Este viernes se cumplirán 52 años del fatídico mitin estudiantil dirigido desde el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua del conjunto habitacional Tlatelolco. Un hecho, sin lugar a duda, lamentable y reprochable. Testimonio de la intolerancia, falta de diálogo y del temor infundado.
Han sido publicadas decenas de obras literarias al respecto, como “La noche de Tlatelolco”, de Elena Poniatowska. Documentales que, además de recrear o ambientar aquellos lamentables sucesos, transmiten las escenas reales que fueron mandadas grabar desde Bucareli. Recientemente, se lanzó una serie denominada “Un extraño enemigo”, curioso título, porque en el Movimiento de 1968, el enemigo tenía nombre y apellido. ¡Ojo! No era un partido, no era un gobierno, era un ser de carne y hueso.
Por supuesto, también se produjeron algunas películas, siendo, tal vez, “Rojo amanecer” (1990), la más emblemática por las condiciones en que se realizó. Una de las anécdotas que cuentan quienes participaron en el filme, es que originalmente fue titulado “Bengalas en el cielo”, en referencia de las luces que fueron arrojadas desde el helicóptero en punto de las 17:55 horas para dar comienzo a la masacre. Al final, el título cambió, tal como la historia de México. Hoy, como cada año, me sumo al homenaje en memoria de quienes fallecieron en la férrea lucha por sus convicciones democráticas aquél 2 de octubre.
Post Scriptum. “Para ser buen periodista (también aplica para político), hay que ser buena persona”, Ryszard Kapuscinski.
* El autor es catedrático, escritor y cuenta con estudios de Doctorado en Derecho Electoral.
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