Con la actuación como moderador de Oswaldo Cuadra, coordinador del Programa de Pueblos Originarios y Comunidades del Cecut, la arqueóloga Enah Montserrat Fonseca Ibarra, del Centro INAH de Baja California, y la Lic. Mirna Borrego Lazalde, de la asociación civil Terra Peninsular, expusieron las estrategias que ambas entidades han desarrollado para conectar a las comunidades con el valor ambiental y cultural del ecosistema que habitan.
Mostraron al público un video con imágenes de los sitios en que desarrollan su labor científica en que se describieron varios conceptos respecto a los primeros pobladores de la región, pueblos seminómadas asentados en el valle de San Quintín al término de las glaciaciones hacia el final del pleistoceno.
“Las huellas más remotas de cazadores-recolectores-
La Mtra. Fonseca Ibarra inició su participación señalando que “en un trabajo conjunto el INAH y Terra Peninsular han dado una lucha por la salvaguarda del patrimonio cultural regional mediante tres ejes sustantivos: investigación, protección y la divulgación de su labor y sus descubrimientos”.
Fonseca enfatizó que más allá del conocimiento del hombre y su pasado a través de restos materiales, se busca proteger los espacios naturales, la vida silvestre y la belleza de los paisajes de la península: “Ya tenemos más de 19 años trabajando por la protección de más de 55 mil hectáreas de áreas naturales”.
“Baja California tiene las bahías más conservadas y uno de los cinco sitios con clima mediterráneo, lo que nos hace también un lugar muy importante para la flora endémica”, explicó la científica al señalar que “la península tiene diferentes ecorregiones en valles, sierras y desiertos”.
Por su parte, la Lic. Borrego Lazalde apuntó que Terra Peninsular trabaja en diferentes áreas de conservación, entre las que citó algunos humedales de importancia internacional para la migración de las aves.
Explicó que la asociación civil no solo preserva ecosistemas, sino que al encontrarse diversos sitios arqueológicos en Punta Mazo, Monte Ceniza y Valle Tranquilo, se realiza un trabajo multidisciplinario enfocado a la conservación de las huellas de antiguas civilizaciones.
En su carácter de arqueóloga, Fonseca Ibarra intervino para explicar que en Baja California existen más de mil sitios arqueológicos que son evidencia del modo de vida cazador- recolector-pescador que permitió a los primeros pobladores permanecer durante miles de años.
“Hablamos de sitios que están relacionados con la cosmovisión de esos grupos, inscrita en manifestaciones gráfico-rupestres”, dijo Fonseca al precisar que en Baja California hay vestigios con pigmentos o tallados directamente en rocas, donde “dejaron todo un código de comunicación que estamos intentando entender”.
Esos sitios, complementó Mirna Borrego, son conservados mediante diversas estrategias que buscan al mismo tiempo proteger los ecosistemas donde se encuentran, mientras que la maestra Fonseca enfatizó la importancia de ese punto.
“De poco nos sirve encontrar y tener un objeto arqueológico si el contexto se perdió o si el paisaje que le daba sentido está destruido”, de allí que “debemos esforzarnos no solamente en conservar los sitios arqueológicos, sino los espacios y las reservas naturales, certificadas como áreas destinadas a la conservación”.
El Centro INAH de Baja California ha colaborado con Terra Peninsular en la creación de expedientes técnicos y registro de sitios arqueológicos en apoyo a las declaratorias oficiales de áreas naturales, tarea que se ha desplegado en 37 sitios arqueológicos de tres reservas naturales y en la que se ha contado con la colaboración de estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la UNAM y la UABC, señaló la investigadora.
Ambas especialistas explicaron al público que ya sea como turista o habitante de esas regiones es importante preservar cualquier hallazgo: “Puede ser muy tentador que al encontrar en nuestras caminatas puntas de proyectil queramos conservarlas, pero si no hay una amenaza de destrucción del vestigio o el material arqueológico lo ideal es no mover los objetos”.
“Siempre que encuentren algo, por favor tomen una foto y en muchos celulares ya pueden tener la coordenada exacta, comuníquense con el Centro INAH para que podamos hacer un registro adecuado de los objetos y recuperar la mayor cantidad de información”, solicitó la arqueóloga.
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