Qué pena y qué coraje ver a nuestra clase política enfrentar uno de los mayores retos de la historia.

Angela Merkel, canciller alemana, dijo ayer que la pandemia del coronavirus era el más grande desafío que ha tenido su país desde la Segunda Guerra Mundial. El Congreso de Estados Unidos, por su parte, aprobaba una serie de medidas de emergencia para paliar los efectos económicos del COVID-19. Y, mientras tanto, ¿qué estaban haciendo los políticos mexicanos?

Comencemos con el más importante: el Presidente. En su conferencia matutina, terminó por encomendarse a todo tipo de amuletos que le ha dado la gente para tener buena suerte. Los llamó sus escudos en referencia a la epidemia. Como si el pensamiento mágico nos fuera a salvar de los efectos sanitarios y económicos del coronavirus.

Es parte del genio comunicativo de Andrés Manuel López Obrador. Muchos no lo entienden y hasta se desesperan. El Presidente le está hablando a mucha de su base electoral que no comprende la gravedad de lo qué está pasando, pero sí cree en los milagros. Además, como siempre, nos tiene hablando de sus ocurrencias, en lugar de los temas importantes como los múltiples sacrificios que vamos a tener que hacer para superar la epidemia.

Después del show de la mañana, López Obrador se fue a festejar un aniversario más de la expropiación petrolera en un acto multitudinario. ¿Qué necesidad de hacerlo cuando se ha dicho hasta la saciedad que el país requiere un distanciamiento social? ¿No entiende el jefe del Estado mexicano la gravedad de la situación?

Invitados al evento: el gabinete, ese grupo de personas que acompañan al Presidente como una colonia de focas a aplaudirle. Nadie se atreve a cuestionarlo. Todos le rinden pleitesía. Increíble: les da más miedo López Obrador que el coronavirus. Son ellos los que tienen las facultades para gobernar este complicado país en una coyuntura tan delicada. Y ahí están: muy chiquitos atrás de un Presidente que los empequeñece.

Ni qué decir de nuestros legisladores. De verdad que no tienen progenitora.

El miércoles, los diputados, en lugar de comenzar a legislar para enfrentar al coronavirus, se reunieron con el fin de proteger lo que más les interesa: su hueso.

Efectivamente, la mayoría de Morena, PT, PES y el Verde en la Cámara Baja aprobó ayer, de manera exprés, sin la presencia de la oposición que, responsablemente, no asistió por la medida del distanciamiento social, una legislación para que ellos puedan reelegirse el año que entra con todas las ventajas posibles.

Aprovecharon que la gente está más preocupada por el coronavirus y la inasistencia de la oposición para darse un regalazo.

De ese tamaño son nuestros legisladores.

Tanto se criticó, y con razón, a la partidocracia de antaño para que hoy tengamos algo peor: levantadedos del Presidente que lo único que les interesa es proteger sus chambas. Por cierto, ayer también aprobaron hacerle juicio político a Rosario Robles. Quizá, en tiempos normales, este punto hubiera sido relevante. Pero los diputados no se han dado cuenta que no estamos en tiempos normales. Como el Presidente, sus levantadedos no han entendido la gravedad del problema.

Algo tengo que decir, también, de la oposición. Aplaudo que no hayan ido a reunirse y diseminar el virus ayer en la Cámara de Diputados. Pero, caray, cómo hace falta una oposición vigorosa para poner en su lugar a un gobierno de cartón piedra que no está demostrando la capacidad para enfrentar una emergencia.

Mientras todo esto ocurría, más gente se contagiaba con el coronavirus en México, el tipo de cambio se cotizaba en 24 pesos por dólar, el Índice de Precios y Cotizaciones volvía a tener otra jornada negra y el precio del petróleo mexicano tocaba mínimos históricos en 18 años.

Supongo que alguien en la Secretaría de Hacienda ya está pensando qué hacer no sólo para paliar los efectos económicos de esta crisis, sino también cómo manejar las finanzas públicas que sufrirán una enorme caída en los ingresos. Quiero pensarlo, pero…

Tanto se quejó la actual clase política de la partidocracia y la tecnocracia neoliberal. Tanto prometieron que ellos fortalecerían al Estado mexicano. Tanto defendieron la necesidad de un gobierno más activo y fuerte. Pamplinas. Lo único que han demostrado, en una de las etapas más críticas de la historia contemporánea, es que son un gobiernito de cuarta incapaz de comportarse a la altura de las circunstancias. Y lo peor es que, en México, la pandemia del coronavirus apenas comienza.

 

Twitter: @leozuckermann

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