Los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos son los dos países grandes más integrados del mundo. Por mucho. Desde la frontera más (legalmente) cruzada del mundo (350 millones de veces al año, a través de 330 puertos de entrada), pasando por el hecho de que en EU radica el equivalente de la población de Canadá en términos de mexicanos y mexicoamericanos. Son alrededor de 36 millones, 11.5 de los cuales tienen ciudadanía mexicana (5.5 como indocumentados y 6 millones como inmigrantes legalmente establecidos), y 24.5 millones con ciudadanía estadounidense. Es decir, la experiencia mexicana en EU es en su gran mayoría (85%) de estancia legal, no indocumentada.
Al mismo tiempo, México es, por mucho, el principal destino de la diáspora americana: según la Embajada de EU, en cualquier momento dado hay entre uno y tres millones de americanos en nuestro territorio. 20% de todos los viajes al extranjero desde EU son hacia México, siendo éste el destino principal para el americano (más del doble que el segundo lugar, Canadá). Esta cifra, por cierto, ha crecido, a pesar de toda la mala fama que se le ha hecho a nuestro país.
México y Estados Unidos nos necesitamos. La economía mexicana es, en gran medida, dependiente de la americana, mientras que la seguridad nacional de EU depende directa-mente de un México cooperativo, y estable. Tenemos 560 mil millones de dólares en comercio entre ambas naciones y uno de nuestros cruces (Laredo/Nuevo Laredo) es el puerto interno más importante del mundo, con alrededor de 270 mil millones de dólares de comercio al año.
Érase una vez que la gran preocupación de los mexicanos era la americanización. Mientras más grande y más abierto se volvió nuestro país, menos extraño se nos hizo el que hubieran Wal-Marts y McDonald’s por todos lados. Y nos adaptamos: hoy la principal embotelladora de Coca-Cola en el mundo es mexicana, Bimbo es dueño de panes tan americanos como Entenmanns’ y Thomas’ English Muffins. Ahora, el fenómeno que más estragos causa es el miedo que los americanos le tienen a la mexicanización.
La tercera parte del territorio americano fue territorio mexicano. Incluso, el símbolo del dólar fue copiado del signo del peso porque la Ciudad de México es donde existió la primera casa de moneda de las Américas y nuestro dinero era universal. A pesar de lo que creen los más recién llegados sajones, Estados Unidos nació mexicanizado en muchos aspectos. Ahora, es un tema demográfico que afianza una realidad que siempre ha existido.
Son tiempos peligrosos para nuestra región porque hemos permitido que la ignorancia y el racismo dominen el debate. Así como México hizo propia la americanización, es hora que los americanos asuman la mexicanización y la aprovechen.