AL VER ESAS ENORMES TORRES QUE DISPARAN UNA LLUVIA NEGRA POR SU CÚSPIDE EN MITAD DEL DESIERTO O DE LA INMENSIDAD DEL MAR, UNO SE PREGUNTA POR QUÉ, REGULARMENTE, LAS ENCONTRAMOS EN ESOS SITIOS.
La respuesta está en la tectónica de placas[1] o, lo que es lo mismo, en el desplazamiento de las grandes porciones de superficie terrestre que se efectúa a través del tiempo.
Además de los desiertos, también existen depósitos petroleros en los deltas de los ríos y en la profundidad de los márgenes continentales, aunque es más usual hallarlos en los primeros, que es donde el movimiento de las placas acumula mayor cantidad de sedimentos con residuos orgánicos.
El petróleo y el gas regularmente son el producto de organismos muertos que están enterrados en sitios donde el oxígeno es tan escaso que es difícil que se descompongan. Precisamente esa falta de oxígeno posibilita la conservación de los enlaces entre carbono e hidrógeno, algo estrictamente necesario para la producción de combustibles fósiles.
El movimiento tectónico forma cuencas oceánicas que proporcionan las condiciones adecuadas para que esos organismos queden inmediatamente sumergidos en aguas anóxicas,[2] mientras los ríos llenan las sepulturas con sedimentos. Las cuencas, por su parte, limitan la circulación del agua, lo que se traduce en menores niveles de oxígeno que en el océano abierto. Un ejemplo actual es el Golfo de California, una cuenca oceánica en desarrollo en la que se están formando enormes depósitos de petróleo y gas. Igual sucede en el Golfo de México, donde los depósitos de estos hidrocarburos se crean gracias a que el ambiente restringe la circulación del agua.
Asimismo, el movimiento de las placas es responsable de que se forme una «olla de presión» que madura lentamente la sustancia orgánica que está en los sedimentos hasta convertirla en petróleo y gas. En realidad, este proceso toma millones de años, tiempo suficiente para que los depósitos viajen por todo el mundo ayudados, también, por el movimiento de las placas. Debido a que estos hidrocarburos son mucho más ligeros que el agua, presionan hasta que encuentran una salida a la superficie, mientras que, de manera alterna, las fisuras en las rocas y otras fuerzas tectónicas liberan de las profundidades el petróleo y gas ya maduros y atrapan los fluidos orgánicos en depósitos, antes de que escapen a la superficie de la tierra. Estos depósitos se conocen como yacimientos.
Los mismos movimientos de las placas que crean los lugares y las condiciones para las fosas orgánicas determinan las trayectorias geológicas que seguirán las cuencas sedimentarias. La deriva continental,[3] la subducción[4] y la colisión con otros continentes provocan el movimiento de los depósitos de petróleo y gas, desde los pantanos y deltas de los ríos hasta los polos y desiertos, donde, por coincidencia, se encuentran hoy en día.
[1] La «tectónica de placas» es la teoría científica que describe el movimiento de las placas terrestres. [N. del E.]
[2] Que carecen de oxígeno. [N. del E.]
[3] La «deriva continental» es el desplazamiento de esas grandes porciones terrestres que llamamos continentes. Debido a ello, África y Sudamérica, por ejemplo, se distancian aproximadamente 3 cm anualmente. [N. del E.]
[4] Cuando una placa se mete por fuerza debajo de otra. [N. del E.]