¡Por supuesto que existe! Y se trata de aquel escenario en el que un matrimonio, tras varios años de relación, se replantea la circunstancia de permanecer unidos o alejarse de manera definitiva. Y es que, de acuerdo a diversos estudios de tipo sociológico la llamada luna de miel entre un hombre y una mujer que contraen nupcias dura, en promedio, siete años y pasado este tiempo, principalmente (pero no necesariamente) por medio de la tentación de la infidelidad, uno u otro (generalmente el hombre) busca proveerle a su vida cotidiana, que ha caído en el tedio y en la monotonía, elementos de novedad que le permiten reavivar esa chispa, sobre todo sexual.
Sin embargo, cuando un hombre o una mujer están próximos a sucumbir a la tentación de recurrir a la infidelidad para revitalizar diversos componentes de su cotidianidad, bien valdría que uno y otro se replantearan, a manera de reflexión, si están conscientes de los riesgos que pueden correr, pero sobre todo el precio que deberán pagar por ser infieles.
Cierto, una relación de pareja pasa por altibajos y momentos sumamente complicados en los que nuestros sentimientos y deseos son puestos a prueba constantemente. La mayoría de las veces por alcanzar nuestros objetivos laborales y profesionales, ocuparnos por los hijos y darle demasiado tiempo a nuestros afanes individuales acabamos alejándonos de nuestr@ espos@ y dejamos de lado los detalles para con él/ella y sus necesidades ya no son prioritarias para nosotros.
Pero caer en el peligroso axioma de que el amor está muerto y nuestra relación está perdida por determinados diferendos con nuestra pareja, sin intentar buscar resolverlos, es caer en el terreno del facilismo y la inmadurez.
¿Es válido experimentar la comezón del séptimo año (término que inventó el dramaturgo George Axelrod allá por la década de los años cincuenta) y dejarnos llevar por esa vorágine de sentimientos y deseos, la mayoría de las veces juveniles, para satisfacer ciertas fantasías sin pensar en lo mucho que podríamos lastimar a otras personas? La verdad es que ¡no! De ninguna manera.
El aburrimiento en cualquier relación es malo; en un matrimonio es mortal. Por eso, es necesario que ambos trabajen en dinámicas que les permitan ejercitar y fortalecer ese músculo invisible que se llama amor, anteponiendo la comunicación y dejando de lado el egoísmo. Si te sientes poco apreciado en casa, si consideras que has perdido contacto directo con tu pareja o si hay alguien en tu trabajo que te llama poderosamente la atención, definitivamente es momento de sentarte a platicar con tu espos@ y trabar juntos una estrategia que les permita recuperar lo más valioso que tienen.
El diálogo constante nos permite conocer los pensamientos y los sentimientos de la persona con la que compartimos nuestro proyecto de vida. Las tentaciones existen tanto para uno como para otro, pero éstas no podrán afectarlos si ambos tienen bien definido el objetivo de su relación. En el día a día construiremos el acercamiento o el alejamiento que deseamos tener con nuestr@ espos@. El transcurso de los años no tiene que ser un pretexto para separarnos, sino una razón para acercarnos. ¡Piénsenlo bien!
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Madonna y Guy: prueba no superada
Según ellos, la cantante pop Madonna y el cineasta Guy Ritchie, ella norteamericana y él britanico, tenían un amor que estaba destinado para durar “toda la vida”. Se casaron en 2001, pero siete años después, en 2008, su relación se tornó aburrida e insípida (cada uno por su lado asegura que el otro le fue infiel), a grado tal que en su hogar se trataban como si fueran dos hermanos. Del tedio pasaron a las disputas y de las disputas a la indiferencia… ¿El resultado final? Tres hijos y un divorcio. ¿El veredicto? No sobrevivieron a la comezón del séptimo año.
Consultorio
Pregunta: Siempre he sido enemigo de clichés para calificar lo que ocurre al interior de mi matrimonio, sin embargo después de casi nueve años de estar casado (¿lo ves?, creo que ya superé la famosa comezón del séptimo año), me gustaría experimentar algunas nuevas emociones, sobre todo en el terreno sexual, pero mi esposa es muy tradicionalista y odia los cambios. Al mismo tiempo, desde hace un par de meses entró una linda muchacha a trabajar al despacho donde soy socio y no parezco serle indiferente. Menudo embrollo, ¿verdad?
Christian López (Monterrey, Nuevo León)
Respuesta: Es lógico y normal que, pasado un tiempo juntos, las parejas comiencen a pasar por periodos de aburrimiento, tedio e incluso desinterés, sobre todo, como tu lo mencionas, en el terreno sexual. Antes de caer en la infidelidad y que seguramente debas pagar el precio por ello, comunícate con tu esposa, llévala poco a poco hacia los terrenos a donde te gustaría ir. ¡Inténtalo!