De acuerdo con el Foro Económico Mundial, la globalización ha hecho del mundo un lugar más pequeño y complicado, y ha llevado a muchos a perder la fe en las instituciones e incluso en sus propios futuros. Vale la pena examinar el caso de la metrópoli considerada como “el portal de México”, un ejemplo por antonomasia de la construcción de identidades y su relación con la migración.
Esto cobra más importancia en el contexto de que, según la última encuesta a Global Shapers alrededor del mundo, el 76% de las y los latinoamericanos de la muestra se expresaron interesados en vivir fuera de su país de residencia para avanzar en su carrera profesional y aumentar su nivel de vida. Esto convirtió a América Latina en la región del mundo con la mayor cantidad de jóvenes con potencial de liderazgo dispuestos a migrar.
¿Cómo podemos inspirar optimismo y confianza en el futuro? ¿Cómo podemos forjar un futuro mejor? La ciudad de Tijuana tiene algunas respuestas a través de las preguntas, ¿qué significa el tema para la ciudad? ¿Cómo afecta a los jóvenes? ¿Cómo se vive este fenómeno en su localidad?
“TJ” y su lucha por su identidad
Tijuana, México, es una ciudad que lucha constantemente por su identidad. Se trata de una ciudad cuyos habitantes la perciben con una identidad distinta, dependiendo de a quién le preguntes: la ciudad de la prohibición, la de las noches de fiesta, la del narcotráfico, la de las maquiladoras, una ciudad de oportunidades, y la de la frontera.
En un mundo donde las percepciones de una ciudad son dictadas por las agencias internacionales de noticias, y donde las historias más ruidosas son muchas veces negativas, es fácil que la percepción y la reputación mediática de una ciudad sea distinta al sentir de la gente que la habita. Más de un millón y medio de personas consideran que Tijuana es su hogar.
Tijuana siempre ha sido una ciudad de migrantes. Al principio, se construyó gracias a personas de estados colindantes que conformaron una ciudad boyante, joven y de muchos habitantes que perseguían muchas oportunidades. Después llegaron habitantes del sur en busca de mejores oportunidades que las que tenían, o con la idea original de cruzar a Estados Unidos, finalmente optaron por quedarse ahí.
La metrópoli se ha visto en la necesidad de examinar su identidad ante fenómenos internos y externos. Después del ataque del 11 de septiembre y luego del alza de la criminalidad por la guerra contra el narco, los locales, bares, y restaurantes del centro turístico -altamente dependientes del turismo norteamericano- se desvanecieron casi por completo. Y con ellos desaparecieron los trabajos que mantenían a miles de tijuanenses.
Después de varios años de mayor integración con San Diego, pero sin mejoras sustanciales en la calidad de vida de la población, los emprendedores, empresarios y creativos de la ciudad se vieron con la necesidad de examinar una identidad obsoleta y extraer la esencia de la misma para desarrollar una nueva. Mucho se ha escrito de esta transformación, de la “nueva Tijuana”, de su comida BajaMed y de su cerveza artesanal.
La raíz de este renacimiento fue la transformación de la mentalidad de la ciudad: al pensar en su desarrollo, dejó de mirar al norte y de enfocarse en sus carencias para apuntalar con optimismo sus fortalezas. Puso los gustos y necesidades de sus ciudadanos por encima de las de los externos. De alguna manera y por un cierto tiempo, la ciudad fronteriza más transitada del mundo rechazó al mundo globalizado. Impulsó consolidarse como una metrópoli habitada por personas cordiales y amigables, y esto disparó las visitas a la ciudad.
Identidad Migrante
Tijuana, como cualquier gran urbe del mundo, tiene diferentes facetas, de las que hay que destacar el gran flujo de personas que pasan por ella. La ciudad bajacaliforniana es privilegiada por su ubicación en ciertos sentidos, pero compleja por ser una ciudad fronteriza con un país como Estados Unidos: es el punto de aterrizaje y de paso para muchas personas que no necesariamente llegan a Tijuana con la intención de integrarse a la ciudad.
La situación se vuelve aún más complicada ante la falta de apoyo institucional, sobre todo del gobierno federal. La ciudad afronta el reto de atender la migración, un problema nacional, con recursos estatales y municipales, altruismo y esfuerzos heroicos de la sociedad civil.
Identidad de Retorno
La identidad de su población migrante también se ha transformado en los últimos años. Ha pasado de ser una ciudad de paso y catapulta hacia las oportunidades que esperan al norte, a ser una ciudad de retorno y para algunos, de fracaso. En años recientes, los migrantes deportados de Estados Unidos también se han instalado en Tijuana. Los casos más dramáticos incluyen personas que vivieron y construyeron sus vidas “al otro lado” y regresaron a México en contra de su voluntad.
La migración en Tijuana es como la orilla del mar viendo al horizonte: tiene olas llegando a la playa y chocando con los que vienen de regreso; y mientras que algunos migrantes logran mantener la cabeza a flote, otros se ahogan sin una red de apoyo que les ayude en tiempos de poca esperanza.
El problema se manifiesta en la ciudad a través de problemas de carencia de techo, drogadicción, abuso de poder y criminalidad en la ciudad. Pero también se puede encontrar el carácter optimista de Tijuana ya que muchos retornan al país sin nada y con resiliencia ejemplar, vuelven a construir sus vidas.
Un nuevo capítulo de identidad migrante: construyamos una narrativa positiva
A partir de marzo de 2016, Tijuana empezó un nuevo capítulo en la historia migratoria de la ciudad: comenzaron a llegar miles de migrantes originarios de Haití, que, en su gran mayoría, huían de Brasil, país donde encontraron refugio después del terremoto de 2010. Con pocas oportunidades en el país carioca y con Haití aún en estado de crisis, los migrantes voltearon a ver al norte.
Según el cálculo de personas que participan en la ayuda humanitaria, 10 mil migrantes ya han pasado por Tijuana y 6 mil más han permanecido en la metrópoli, por lo que en los albergues existentes “ya no cabe un alfiler”. Se estima que alrededor de 15 mil personas más podrían llegar a la ciudad y con el reciente cambio en la corriente política estadounidense, muchos están viendo la posibilidad de quedarse en tierras bajacalifornianas.
En un reciente proyecto llevado a cabo por los Global Shapers de Tijuana, los jóvenes que integramos el grupo nos preguntamos cuál era el tema de mayor impacto en la actualidad: los migrantes, fue la respuesta unánime. Invitamos a varios expertos en el tema de migración a platicarnos acerca de la situación en un evento llamado Tertulia Migrante, donde nuestra meta fue entender la coyuntura sobre este tema y su impacto transformador en la ciudad, y en identificar acciones que los jóvenes del hub podemos emprender para contribuir a su solución.
No han faltado voces de oposición y de repudio hacia estos desplazados, ya sea por su número, origen o por no ser oriundos de la región. En la plática se recalcó que el migrante ha sido y seguirá siendo un componente integral en la historia de Tijuana, y ante este nuevo capítulo es decisivo:
Conocer antes de crear una opinión.
Tener cuidado con la forma de referirse a la situación; más allá de ser una crisis, es un cambio y una posible oportunidad tanto para los migrantes como la ciudad.
Hay que ayudar y apoyar incondicionalmente, enfocándose primero en las necesidades básicas de las personas.
La incorporación de los nuevos migrantes traerá más diversidad y contribuirá a la identidad de la ciudad.
Hay una oportunidad de aumentar la productividad, de formar personas y de mejorar el ecosistema de emprendimiento.
Gracias a los esfuerzos de la sociedad civil en Tijuana, los migrantes han recibido apoyo que hoy les permite ver la metrópoli con optimismo. Para entender, absorber, encauzar y aprovechar este cambio en la ciudad, ha sido fundamental recalcar la fuerza que nos dará ser más diversos. Se están viendo los primeros casos de haitianos integrándose a la ciudad: trabajando en la economía local, introduciendo la comida haitiana, y con los primeros haitiano-mexicanos naciendo en la región.
Sin embargo, la percepción de la ciudad que los migrantes tengan en el futuro dependerá en buena medida de la recepción que Tijuana les dé. Estamos convencidos de que esta situación de naturaleza global se puede resolver y aprovechar a nivel local: “TJ” es una ciudad que está construyendo nuevas identidades a través de narrativas positivas.
Este artículo forma parte de la serie de textos “Camino a Davos por los hubs de México,” escritos con Global Shapers en ciudades mexicanas, donde se aborda cómo afecta uno de los temas de la Cumbre Anual 2017 en Davos a su localidad.
*Caitlin Trimble es curator del hub de Tijuana, el cual se fundó en 2014. BordoFarms ha sido su proyecto más importante.