Los albergues para migrantes en Tijuana no se dan abasto para atender el nuevo éxodo de haitianos que han llegado este mes a esta ciudad fronteriza.
A las puertas de la Casa del Migrante y del Centro María Assunta aguardan decenas de haitianos, arremolinados unos juntos a otros, para protegerse del frío que cala fuerte al iniciar diciembre.
Romy Toussaint, un haitiano que encontró refugio en la Casa del Inmigrante implora que dejen entrar a su esposa que duerme en la calle. Pero las reglas son estrictas. En la Casa del Inmigrante solo se aceptan hombres. Además aunque quisieran romper el reglamento, no pueden. Están al tope de saturados.
“Cómo voy a irme a dormir, si mi esposa está en la calle. No puedo. ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!”, suplicaba al borde de un ataque de nervios.
En mayo, Tijuana se convirtió en el escenario de un incremento nunca antes visto de solicitantes de asilo para Estados Unidos, provenientes de Haití. No solo atiborraron los albergues sino que desesperados se establecieron día y noche en la entrada a Estados Unidos en la garita de San Ysidro.
Luego de unos meses donde el flujo de haitianos disminuyó, de nuevo este mes resurgió, y los haitianos comenzaron a llegar por miles.
En el interior del Centro Madre Assunta, apenas se puede caminar. Las mujeres refugiadas de Haití con sus hijos están por todas partes de la casa, en sillones, en camas y en el piso.
“En los últimos diez días, el flujo de haitianos ha resurgido. La cosa está grave, no tenemos albergues. Aquí ya no hay lugar. Empiezan a llegar en números espantosos”, clama el padre Patrick Murphy, director de la Casa del Migrante.
“Parece que en las demás fronteras no quieren aceptar ya a nadie, y todos vienen rumbo a Tijuana”, indica.
Y el sacerdote está preocupado porque tiene información de que un grupo más grande de haitianos que viene desde Brasil, recorriendo todo el continente, se avecina hacia Tijuana.
“En estos momentos, tenemos como 6,000 pero desde que comenzó este flujo ya han cruzado por aquí como 10,000. Dicen que vienen otros 15,000 y 20,000 porque Brasil había dado 43,000 visas de trabajo a los haitianos, y como ya no hay empleo, vienen en masa hacia Estados Unidos en busca del sueño americano”, observa.
De acuerdo al padre Muphy, en la frontera, las autoridades de migración a diario aceptan el ingreso de entre 50 y 60 haitianos pero llegan más que esos a Tijuana. A algunos inmigrantes, las autoridades de migración de Estados Unidos les dan cita para dentro de dos meses, observa.
Jóvenes en busca del sueño americano
Los inmigrantes que arriban a Tijuana son jóvenes, tienen edades entre 25 y 35 años. “De cada diez, siete vienen con su pareja e hijos. Suelen tener familiares en Miami, Filadelfía, Boston y Nueva York”, expone Murphy en base a las estadísticas que llevan.
La gran mayoría son aceptados por Estados Unidos. Los dejan entrar pero los ponen en centros de detención por meses. A algunos los dejan salir; y a otros los deportan a Haití.
A diferencia de otros años, a partir de mayo de 2016, el 65% de los inmigrantes en los albergues de Tijuana son haitianos y el resto deportados. Antes, la mayoría eran deportados.
Por fortuna, dice Murphy, la gente de Tijuana ha respondido de una manera muy generosa para con los haitianos. “Ayer nos mandaron regalar de manera anónima 250 cobijas”, expone.
El padre Murphy dice que debido a las deportaciones de haitianos hacia su país, “yo les he dicho que en lugar del sueño americano, piensen mejor en el sueño mexicano, que se queden aquí a trabajar. Y algunos han comenzado a hacerlo en la construcción o como ayudantes”, indica.
Reflexiona y dice que aunque se gana poco en Tijuana, si se compara con los sueldos de Haití, no están tan mal en la frontera mexicana.
Comienzan a solicitar refugio
A Lazarre Arold, un haitiano de 28 años y a su esposa Siliane Gustave de 24 años, les tomó 18 días después de llegar a México, decidirse a iniciar trámites para buscar refugio y quedarse a vivir en el país azteca.
“Si podemos hacerla aquí, aquí nos quedamos”, dice Arold en un español aunque limitado, suficiente para darse a entender.
Observa que tomaron la decisión de buscar refugio en México después de platicar con su familia en Haití.
“Me han dicho que me quede aquí porque muchos de los que ya entraron a Estados Unidos, ya los regresaron a Haiti”, expresa.
A Arold y su esposa les tomó tres meses transitar de Brasil a Tijuana. “Sufrimos mucho para llegar a Tijuana. En Panamá y Costa Rica perdimos 2,000 dólares en pagos a los coyotes. ”, cuenta.
Sostiene que ellos salieron de Haití a causa del terremoto de 2010. En 2011 se fueron a trabajar a la República Dominicana; y en 2015 a Brasil. “Cuando la economía se puso muy mal en Brasil, y ya no hubo trabajo, decidimos hacer el viaje hacia Estados Unidos”, menciona.
Confiesa que se sienten a gusto en Tijuana. “Estamos tranquilos, podemos andar a cualquier hora del día y nadie nos molesta, comemos bien, hay mucha gente que nos ha ayudado. Solamente necesito el papel del gobierno mexicano que nos garantice el refugio para poder trabajar y estudiar”, expone.
En tanto hacen los trámites de solicitud de refugio, Arold y su esposa no se han quedado de brazos cruzados. Trabajan entre 13 y 14 horas a diario en una tortillería en Tijuana. Entre los dos, al mes ganan alrededor de 400 dólares, y ya consiguieron rentar un cuarto.
“Yo sé que si México nos dan el refugio, mi esposa y yo podemos conseguir un mejor trabajo en Tijuana. Me gustaría mucho trabajar e ir a la universidad. Quisiera estudiar para médico o relaciones internacionales. Sé que la podemos hacer aquí”, dice el haitiano dibujando en su rostro cansado, una sonrisa de esperanza.
Mejor México que la deportación
El capitán Isaac Olvera, coordinador operativo del refugio para hombres del Ejército de Salvación de Tijuana dice que Arold puede ser de los primeros haitianos que soliciten y obtengan refugio en México. “Muchos al ver que pueden ser deportados y enviados de vuelta a Haití por el gobierno estadounidense, encuentran la opción de quedarse en México”, expone.
“Se habla de un grupo de entre 20 y 25 haitianos que buscan refugio y asilo. Nosotros como institución, los hemos acompañado al Instituto de Migración. Esperamos que el gobierno mexicanos sea benévolo con ellos como lo ha hecho con los centroamericanos”, observa.
Olvera hace ver que de los 2,000 haitianos que han pasado por el albergue del Ejército de Salvación este año, Arold es de los más serios y decididos a quedarse en México. “Él entiende que con un permiso de trabajo y con estudios, puede obtener un mejor empleo. Los requisitos que les piden para solicitar el refugio o el asilo son: comprobar residencia en su país, copias de su pasaporte e identificaciones, y documentos de estudios, si los tienen”, expone.
El capitán Olvera explica que ya sea que decidan buscar refugio o asilo en México, o quieran esperar una cita con migración de Estados Unidos, les piden a los haitianos que se pongan a trabajar para que se mantengan ocupados y tengan algo de dinero.
“Lo están haciendo en empleos informales: descargan camiones, acomodan fruta, pintan pareces, estacionan autos. La gente en Tijuana los ve con curiosidad y simpatía”, anota.
Para llegar a Tijuana desde Brasil, los haitianos invierten un promedio de 8,000 dólares. Muchos son asaltados en el camino, otros mueren, algunas mujeres son violadas y también al cruzar por algunos países de Centroamérica tienen que pagar a los guías o coyotes alrededor de 2,000 dólares.
La abogada Melissa Virueta de la Casa del Migrante dice que ellos tienen una lista de haitianos que les han expresado la intención de quedarse a vivir en Tijuana, aun cuando los sueldos no los animan mucho. “Pueden obtener refugio a través del Instituto de Migración o de la Comisión Mexicana de Atención a Refugiados (COMAR)”, explica.
Los primeros haitianos-mexicanos
Después de una travesía de Brasil a Tijuana por cuatro meses y medio, a los diez días de haber llegado a Tijuana, Rosehie Su-Baptiste, una haitiana de 31 años, dio a luz a una niña. “Gracias a Dios está con salud y es bienvenida”, dice mientras amamanta a su recién nacida recostada en una cama litera.
Baptiste externa que su bebé no la hecho desistir de querer ir a Estados Unidos ya que en Haiti dejó a otra hija de ocho años que necesita su apoyo económico.
La bebé de Rosenie es el primera hija de padres haitianos que nace en Tijuana y recibe un techo en la Casa de la Madre Assunta. “En un albergue de Mexicali, una pareja de haitianos tuvieron gemelos. Pero aun con hijos nacidos en México, ellos no se quieren quedar en México, están determinados en irse a Estados Unidos”, sostiene María Galván, trabajadora social del Centro Madre Assunta.