Los gobiernos han presumido las remesas como un logro de sus administraciones, creen torpemente que esas divisas son producto de “eficientes planes sexenales” que incentivan el crecimiento y el desarrollo económico, cuando en realidad la migración de paisanos es resultado del fracaso de desastrosas políticas públicas que han negado a millones de compatriotas la oportunidad de tener una vida digna en su propio país, donde se les impide el acceso a una verdadera educación de calidad y el empleo bien remunerado. Hay más de 36 millones de mexicanos en los Estados Unidos, donde encuentran -aún de manera ilegal-, fuentes de trabajo con ingresos que les permiten vivir bien y mandar dinero a sus familias para que aquí sobrevivían, con la esperanza de que algún día puedan también compartir el riesgoso sueño americano.

Mientras tanto y a pesar de la permanente expulsión de miles de desempleados que se la juegan para cruzar la frontera, los gobiernos de la 4T presumen el récord de divisas que mes con mes envían los migrantes a sus familiares como un logro de su política económica y social, cuando debiera darles vergüenza que no podamos superar las crisis reiteradas que impiden el desarrollo social y que se perpetúe el decrecimiento económico. El año pasado esos mexicanos a los que se les negó la educación o el empleo por un anquilosado aparato productivo o la torpeza y corrupción de quienes administran este país enviaron más de 60 mil millones de dólares, los cuales fueron festinados por los burócratas y líderes políticos como resultado de un auge económico nacional. ¡Qué vergüenza!

Y todavía la presidente presume que somos, muy a su pesar, la 12 economía mundial, resultado -según ella-, del “humanismo mexicano”. Llevamos seis años sin crecimiento económico ni desarrollo social, nunca se pudo acabar con la pobreza; los gobiernos populistas de la 4T aprendieron a administrarla; el nuevo sistema político mexicano se basa en la obnubilación de las masas, la mediatización del pueblo para que acepten la pobreza como destino manifiesto y la utilización de los programa asistencialistas con fines electoreros; el proyecto político de la 4T requiere de una sociedad inculta, acrítica e ignorante que acepte la educación sin calidad, la cual solo ofrece mano de obra barata.

¿Qué sostiene a la economía nacional? Tristemente las remesas -que solo ve pasar el gobierno federal-, donde que hay que incluir el lavado de dinero y el comercio informal; no hay nueva inversión extranjera directa ante la falta de certeza jurídica y gobernanza, lo que se traduce en ausencia del Estado de Derecho, no hay obra pública ni se generan más empleos; en noviembre solo se crearon 134 mil empleos -todos ellos informales o en la ocupación independiente-, la tasa de informalidad laboral llegó al 54.6 por ciento. 33 millones de personas trabajan en la informalidad y sin seguridad social. La economía informal genera el 25 por ciento del Producto Interno Bruto. ¿Dónde está el millón de empleos formales anuales que ofreció el ex presidente?

Ante la ausencia de una política pública de desarrollo económico que detone la inversión nacional y extranjera y genere empleo, los mexicanos seguirán tras el sueño americano, a pesar de las amenazas del nuevo inquilino de la Casa Blanca.  Las remesas son una vergüenza nacional y los gobiernos, por soberbia o ignorancia, parecen no darse cuenta.

Las remesas y la informalidad no pueden ser la base de una de las quince economías más grandes del mundo.

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