Cuando una pareja se pelea, usualmente la mujer que es sensata dice: no enfrente de los niños. Entonces la pareja se encierra en su habitación y se sacan los ojos, a veces bajando la voz, otras veces creen que la puerta tapa los gritos, pero solamente tapa la vista, y muchas veces los niños escuchan del otro lado de la puerta. Pero como creemos que lo que no se ve no existe, la pareja cree que el pleito estuvo a salvo de los niños porque la puerta estaba cerrada.

La misma sensación me da cuando los políticos toman decisiones a puerta cerrada. Se encierran para hacer componendas e intercambiar favores, que resultan en decisiones muchas veces desconcertantes y otras veces, de plano desafortunadas. Pero cierran la puerta para que nosotros los ciudadanos, que somos como niños que se pueden traumar cuando sus representantes pierden la dignidad al negociar a escondidas cosas que deberían ser transparentes.

Un caso muy reciente fue el nombramiento de la comisionada Nacional de Derechos Humanos. El gobierno haciendo lujo de transparencia abrió el proceso de selección y fue informando sobre cuántas candidatas había. Hasta aquí la puerta abierta resultaba adecuada para los nuevos tiempos.

Muchas voces se levantaron en contra de la actual comisionada, que fue muy criticada durante su gestión y las voces arreciaron cuando anunció que se reelegiría.

Cuando se abrió la puerta de los que llevaban la terna de candidatas en el senado, ella no aparecía, porque según el rufián que preside la comisión correspondiente, ella había sido la peor calificada entre todas las candidatas, fue el lugar 15 de 15, y en eso se hizo público que ella había falsificado una carta de apoyo, pero ella dijo que fue un error inocente, cosa que no le gustó al falsificado y posiblemente porque no hay inocencia en un proceso político de esa envergadura. Y luego el grupo derecho humanista creado por su madre, que fue una gran luchadora, la descalificó. La comisionada es una más de las, y digamos también los juniors, que navegan por la política arropados con el apellido de sus progenitores para cubrir su mediocridad, pero siempre hay algo que los promueve, ¿una mano invisible detrás de la puerta?

Resulta que al poco tiempo algo se descompuso, se cerró la puerta para las profundas reflexiones y negociaciones de los representantes del pueblo y de repente al abrirse, la comisionada repudiada apareció en la terna, por supuesto que hubo ruido, el que al parecer no causó mella alguna; la puerta se volvió a cerrar y se decidió que ella se reelegiría, la sociedad quedó desconcertada, muchos quedaron enfurecidos, y a la política se le queda una piedra en el zapato.

¿Será que tuvieron que cerrar la puerta para que no nos enteráramos que había pleito?, y que no convenía que se escucharan los reclamos, advertencias y vaya usted a saber que más se dice entre los adultos.

Las especulaciones no tardaron, tal vez porque es una consecuencia de las decisiones que se toman cuando se cierran las puertas. La principal fue que el ex presidente López Obrador había torcido el brazo de los senadores que sabían que era una pésima decisión y había impuesto su deseo. Pegada a esta, está la versión complementaria de que AMLO le impuso a Claudia a la comisionada, demostrando que AMLO gobierna desde su rancho. Nadie explicó porque AMLO tendría un compromiso con la Sra. Piedra. Y se remata diciendo: “FUE UNA ELECCIÓN DE ESTADO”, claro que esos ignorantes no entienden que una elección o decisión que toma el senado es del Estado, pero es un desperdicio de tiempo enseñarles lo muy elemental de la Ciencia Política.

Obviamente nadie explicó quién y cómo “convenció” a los opositores al nombramiento, y mucho menos lo que pasó tras la puerta cerrada.

Hay muchos temas de puertas, por ejemplo, senadores que se enferman, les da ganas de ir al baño, o simplemente desaparecen durante votaciones cruciales; salen del salón de sesiones y la puerta se cierra tras ellos para que se vote, aunque al parecer pueden volver después de recibir un anti viral llamado Morena, que los cura para volver a la senda correcta y estar dentro cuando se cierra la puerta. Mágicamente se les abre una gran nueva puerta, un espacio luminoso que les ayuda a enfrentar la posibilidad de un buen futuro, o por lo menos de algo de futuro.

Tras las puertas cerradas se toman decisiones muy importantes, algunas cruciales para nuestra vida cotidiana y para nuestro futuro. Pero así será siempre que en la política se tenga algo o mucho que ocultar.

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