En 1971 se celebró en México un Campeonato Mundial de Futbol femenil. Era yo un niño y conservo vagos recuerdos, imágenes que se fueron deslavando en el tiempo, hasta ahora entiendo por qué. El documental «Copa 71» narra buena parte de lo sucedido en aquella competencia, bajo un ángulo particular: luego del éxito y el enorme interés que generó el torneo entre los aficionados mexicanos, la FIFA se encargó de sepultarlo. Más que eso, tomó acciones con el objetivo de detener el avance del futbol femenil.

Si bien el campeonato de 1971 estaba todavía bajo el embrujo de la Copa del Mundo México 70, fue innegable que los aficionados mexicanos se volcaron no sólo en los estadios, también en los hoteles donde se concentraban las jugadoras, en los aeropuertos para recibirlas y hasta en las calles, siguiendo los autobuses a modo de escolta festiva. «Copa 71» muestra el testimonio de varias jugadoras extranjeras que no podían creer que fueran ellas el centro de atención, incluso de la prensa mexicana, considerando que en sus países el futbol femenil no despertaba interés ni pasión y las futbolistas no eran apoyadas por sus federaciones ni por sus gobiernos.

México las sorprendió, las elevó como ídolos deportivos. Los llenos en el Estadio Azteca y las imágenes de furor que tiene el documental son un reflejo del potencial que el futbol femenil alcanzó en 1971. ¿Por qué entonces la FIFA decidió meter el freno prohibiendo a los clubes varoniles que prestaran sus instalaciones a mujeres e incluso amenazando con sanciones? No solo se minimizó el impacto del Mundial de 1971, también se minimizó que se hubiera, literalmente, borrado de la historia oficial.

Aunque falta mucho para tener un país libre de violencia contra la mujer y para que vivan en una sociedad justa, hoy tenemos un clima de mayor apertura hacia el rol de la mujer. El camino a la igualdad de derechos se ha abierto lentamente. En el Reino Unido la mujer tuvo el derecho de votar hasta 1918, si era mayor de 30 años, y hasta 1928 para las mayores de 21 años. En Francia la mujer vota desde 1945, en Estados Unidos desde 1920, en México desde 1953, en Suiza a partir de 1971, en China desde 1949, Kuwait lo permite desde el 2005 y Arabia Saudita desde 2015. Ha sido «apenas ayer» cuando la mujer ha igualado este derecho cívico con los hombres.

Durante la Edad Media el papel de la mujer estaba profundamente influenciado por la estructura social, las normas religiosas y las expectativas culturales de la época. Las mujeres eran consideradas inferiores a los hombres y su rol se limitaba principalmente a la esfera doméstica. La discriminación por género era una realidad omnipresente y se manifestaba de varias formas. Su acceso a la educación era muy limitado. En el trabajo eran excluidas de los gremios y asociaciones profesionales. El matrimonio las convertía en propiedad de sus maridos, con derechos limitados. La Iglesia católica las consideraba moralmente más débiles y más susceptibles al pecado. Las leyes medievales reflejaban y reforzaban su subordinación. Desde entonces la sociedad ha promovido una dominación de género y ha puesto barreras significativas que limitan las oportunidades y la autonomía femeninas. No hemos cambiado lo suficiente.

Volvamos a «Copa 71». Brandi Chastain, campeona del mundo en 1991, es entrevistada. Afirma que el primer campeonato mundial femenil fue en ese año. Le muestran escenas del Estadio Azteca con 110 mil personas. «¿Es un partido de hombres?», pregunta, sorprendida, pues le habían dicho que hablarían de futbol femenil. Al ver que se trata de mujeres, inquiere: «¿Cuándo fue esto?». No lo puede creer; nadie, nunca, le habló del evento que dos décadas antes abrió la brecha del camino que ella transitó.

Es de celebrar que en México vayamos a tener una mujer como titular del Poder Ejecutivo. Me pregunto qué dirían Juana de Asbaje, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Rosario Castellanos, Maya Angelou, Bell Hooks y tantas más. Se atribuye a esta última la frase: «El amor feminista es el único amor que puede liberarnos». No aquel que proviene necesariamente de una mujer, sino de una actitud feminista. Esperemos que esta inédita etapa de la vida de nuestro país venga con esa semilla para inspirar una mejor sociedad y luego una mejor clase política.

@eduardo_caccia

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