Hace poco tiempo, diez años atrás, era costumbre de los tijuanenses acudir a hacer sus compras en San Diego y sus aledaños, gastando más de 6 mil millones de dólares al año. Pero la pandemia impidió que los tijuanenses cruzaran la línea, a pesar de tener pasaporte. Coincidencialmente, un grupo de empresarios construyeron centros comerciales en Tijuana que apelaban a la sofisticación y gustos de los fronterizos. Así nacieron Península, Alameda, Paseo del Parque y Landmark (en diferentes secuencias de tiempo pero en los últimos 3 años), reduciendo la necesidad de consumo de los tijuanenses en los centros comerciales de San Diego, que además están siendo impactados por el cambio de costumbre de compra del consumidor americano y mexicano, que adquiere buena parte de sus productos en línea, y que además están sometidos a una nueva plaga: los homeless. Se han dado cuenta que le es caro y difícil a los comercios detenerlos y seguir un juicio. Por lo tanto, están robando sin ser detenidos a diestra y siniestra, sin vergüenza y sin angustia, simplemente con cachaza, para mortificación de los dueños y empleados que se encuentran impotentes antes este fenómeno. Por lo anterior y la pérdida del mercado mexicano, los centros comerciales americanos añoran the good old times, pero no han sabido reaccionar a las nuevas variables.
El centro comercial Plaza Rio, que tiene excelente ubicación, dejó envejecer sus espacios sin darles “una manita de gato”. Sus establecimientos no se modernizaron ni llegaron las nuevas marcas que estaban siendo solicitadas por los clientes, a lo que respondió Plaza Península, que, aunque no tiene la mejor localización, demostró que la marca es una forma del viejo adagio empresarial: para tener éxito se necesitan tres cosas: location, ubicación, location. Y se demostró que marca es ubicación.
Plaza rio respondió con nueva decoración interior y deberá responder también con nuevas ideas de promoción y publicidad para mantener su supremacía, quizás atrayendo nuevas etiquetas y mejorando escaparates.
Macro Plaza atiende a un mercado creciente del este de la ciudad que sufre los problemas de distancia y de tráfico. Su nicho de mercado está atendido con propiedad.
Plaza Galerías, que está ubicada en un área congestionada para llegar (en días de futbol), ha tenido éxito en un grupo elitista y están ampliando su estacionamiento, que es insuficiente para los miles de fans que le vamos a los Xolos.
Plaza Península deberá continuar buscando actividades y promociones que mantengan su clientela creciente.
Landmark es un concepto moderno equidistante (que se encuentra ubicado donde estaban las pinturas Calette) entre las plazas mencionadas y que trae ideas nuevas de buen nivel. Deben saber y recordar que el cliente tijuanense no es cautivo y si es sabedor y sofisticado. Tiene poder de compra y tiene paladar de gourmet les deseamos la mejor de las suertes y que tenga la habilidad de darnos a los habitantes de esta ciudad unos nuevos productos competitivos con precio y calidad.
Las plazas comerciales de Tijuana deben recordar que el cliente es rey y que hay que tratarlo sin arrogancias, con esmero y con cuidado, para conservarlo y atraerlo en este mundo cambiante sofisticado que requiere mantenimiento. No repitamos las fallas del comercio de San Diego que languidecen. Ojalá y los 6 mil millones de dólares se queden en casa.
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