Se acabó la fiesta de los muertos, poco se dice que una de las más nefastas consecuencias ha sido la basura además de este pan carísimo con circo mediocre. En la capital mexicana poco se habla de como vuelven a su mazmorra los que estaban en la nómina ocho y las consecuencias de no haber podido asistir a una de las manifestaciones multitudinarias, donde la pérdida no es solo la botellita de agua y la diminuta torta. Mucho menos se habla de quienes en un salto de sobrevivencia cambian de delegación –cuantos huyeron de Coyoacán y emigraron a Benito Juárez y porqué- y por supuesto las explicaciones del pleito entre fiscales de Morelos y el ex-DF, se insertan en el ámbito de la lucha intestina de aspirantes a la presidencia en el 2024 y las posibilidades de que se trate de privados que no pueden ya seguir en el juego impuesto para evitar ser calificados de hipócritas, conservadores y enemigos de la  tan cacareada y vacía “trasformación”.

Aquellos a quienes les vuelve locos las fiestas, están en posibilidad de escoger entre los mundiales: el día del urbanismo, de la física médica, del ferrocarrilero –lo cual salvo quienes supieron de la importancia de esto cuando vivía Demetrio Vallejo carece de motivación- del economista, de la prevención de la explotación del medio ambiente, de las personas cuidadoras, de los payasos –ahora que ya no hay muchos circos- contra la violencia y el acoso escolar que no ha impedido el bulling y amenaza de homicidios en planteles del TEC o los pequeños fallecidos en albercas; y por si no es suficiente hay mucha tela para cortar en materia de abusos sexuales, del ballet y el día para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas. Con algo de creatividad, la inmovilidad que provoca el no tener trabajo, el contar lo que nos falta a fin de comprar alimentos de calidad para una dieta vegana y la utopía del ecologismo aun cuando en Egipto estén reunidos embajadores de cientos de países para defender al plantea de la inminente destrucción. ¿Podrán las víctimas de encierro político o social injustificado imaginar en estas fiestas en una mazmorra cuya única salida está muy lejana a su alcance? Los inmigrantes venezolanos rechazados en Estados Unidos ¿aumentarán sus sueños desde las tiendas de campaña improvisadas en las banquetas de ciudades fronterizas en México?

Entre el envejecimiento de la población –que por cierto ya alcanzó a nivel mundial la impresionante cifra de ocho mil millones de personas- el temor de los jubilados a que los gobiernos autoritarios les agandallen sus pensiones, o el ver cómo familiares deshonestos –hermanos, hijos, nietos, sobrinos- ejercen toda su capacidad perversa para pasar por encima de la voluntad de autores de herencia que habían discurrido un reparto equitativo y justo de bienes, buena parte de la humanidad, vive peor que los muertos a quienes recién recordamos y celebramos. ¿Qué se puede hacer para defenderse de la inflación si optamos por ser emprendedores, para que no nos tachen de hipócritas, explotadores y muchos etcéteras con los que nos dan zapes un día sí y otro también?

Mientras son peras o manzanas, las que por sus limitaciones educativas no tienen más opción que desempeñarse como empleadas domésticas en residencias donde tengan posibilidad de llevarse sin costo, papel de baño, medio litro de aceite, algo de la fruta recién recibida del “súper” jabón de lavar o de tocador, en fin, todo lo que explique que por la falta de equidad ellas están más jodidas que sus patronas. El alza del costo por la obligación de pagar prestaciones sociales que quizá la propietaria de la casa no tiene, ¿les beneficiará o les dejará con menos días de empleo?  ¿Este aumento de las injusticias, justificará la agresividad creciente de todos contra todos? Así como a menudo la mazmorra de las cárceles injustas está parcialmente inundada, infestada de ratas, aguas residuales humanas o incluso de esqueletos, en esta emoción social que resulta de ser tratados no como gobernados sino como presos, debemos evitar la claustrofobia, cambiando nuestra tortura por otra opción como es la de asistir vestidos de blanco para reunirnos en nuestra ciudad, con otros que al igual que cada uno de nosotros, pensamos que la locura no es nuestro mal; que quienes se han contagiado de esta carencia de salud mental se irán pronto y tendremos de nuevo la oportunidad de reconstruir lo que por muchos años hicimos y que dará a nuestro hijos y nietos un México cercano a lo que a nosotros nos permitió, cultivar el intelecto de que fuimos dotados así como recuperar y mejorar  herramientas de vida que hemos disfrutado.

Venzamos con inteligencia, cortesía, fortaleza y sobre todo la realidad de la paz a los perversos que han infringido dolor a otros seres humanos Pongamos nuestro empeño en acciones positivas, reunamos a gente inteligente no para ofrecer promesas carentes de estructura, sino para plantear programas sustentables que nos permitan remontar estas conductas que parecen haber generalizado el deseo de matarnos unos a otros e incluso recurrir al suicido como única salida viable. Apoyemos más allá de las diferencias a quienes al igual que cada uno de nosotros, han tenido la oportunidad de vivir, caminando siempre hacia un futuro lleno de libertad, anhelos positivos, justicia. Armonía y felicidad.

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