Establecida en 1848 por el Tratado de Guadalupe Hidalgo -que puso fin a la guerra de dos años entre los dos Estados-, la frontera de Estados Unidos es hoy la más transitada del mundo, con cerca de 350 millones de cruces legales cada año a través de 58 puertos.
Tal volumen de tráfico (en 2015, más de 137 millones de personas en vehículos, 41 millones de peatones, 5,3 millones de camiones) atestigua primeramente la magnitud del intercambio comercial entre México y Estados Unidos: el 70% del total se materializa por vía terrestre.
La frontera engloba a 10 Estados: California, Arizona, Nuevo México y Texas, por parte de EEUU, y Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, por el lado mexicano. Su mantenimiento corre a cargo de una compleja estructura, dirigida en última instancia por la International Boundary and Water Com- mission y la Comisión Internacional de Límites y Aguas.
En ese entramado, destacan el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte, suscrito por ambos países y Canadá), y el Comité Ejecutivo Bilateral México-Estados Unidos para la Administración de la Frontera del Siglo XXI, enmarcados en el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) creado en 2013. Los principales interlocutores son el Departamento de Comercio de EEUU y la Secretaría de Economía de México.
Cuatro motores
El informe La economía de la frontera México-Estados Unidos en transición, publicado en 2015 por el think tank estadounidense Wilson Center, identifica cuatro subregiones principales en función de su aportación económica a la relación bilateral.
La subregión California-Baja California destaca por sus conglomerados industriales de alto valor añadido, sobre todo las maquiladoras -fábricas de propiedad extranjera en las que se ensamblan partes importadas libres de aranceles que luego son exportadas- de dispositivos médicos y equipos audiovisuales, y centros de fabricación de equipos electrónicos.
La región alberga a más de cinco millones de habitantes y es quizá el cruce fronterizo más transitado del mundo.
Las pequeñas ciudades en la frontera del Estado de Arizona conforman, junto a ciudades colindantes mucho mayores en el estado de Sonora, otro importante núcleo económico. El puerto de entrada Nogales-Mariposa registra importantes intercambios de frutas y hortalizas de invierno, que se exportan hacia los Estados Unidos. La Alianza Estatal sobre el Corredor de Transporte y Comercio, convocada por el Estado de Arizona, se ha fijado el objetivo de duplicar las transacciones con México hasta alcanzar los 28.000 millones de dólares en 2025.
El Paso, Texas, Ciudad Juárez, Chihuahua y Las Cruces/Santa Teresa (Nuevo México) conforma la región Paso del Norte, otra plataforma industrial. En Ciudad Juárez surgen las primeras maquiladoras, primero en el sector textil y hoy en día en ámbitos punteros como la industria aeroespacial, electrónica y automotriz.
Toda la región se ha beneficiado de esta actividad, con actividades de apoyo como logística y servicios legales y financieros y también el fomento de sectores como defensa, salud, turismo y educación: el 10 por ciento de los estudiantes mexicanos inscritos en universidades estadounidenses están en la Universidad de Texas en El Paso.
La cuarta región que destaca el informe del Wilson Center es la zona sur de Texas-Tamaulipas-Nuevo León-Coahuila. Por un parte, Laredo/Nuevo Laredo es el puerto comercial más transitado de la frontera entre EEUU y México. Su ubicación, a medio camino entre Monterrey (Nuevo León) y San Antonio (Texas), lo hace beneficiarse de un corredor logístico masivo de bienes manufacturados. Además, la reforma energética aprobada en México y auge del gas de lutita (shale gas) en el lado estadounidense abren nuevas posibilidades de desarrollo en la zona, también favorable para la energía solar, eólica y el biogás.
Trabajando en la seguridad
La seguridad en la frontera es una materia crucial para el buen desempeño económico en las zonas transfronterizas. Una de las acciones bilaterales más relevantes en este ámbito es la iniciativa Frontera del Siglo XXI, sellada en 2010 para profundizar la colaboración ya existente en este terreno, sin reducir la eficiencia ni el comercio.
Este marco ha dado pie a una batería de medidas, como la puesta en marcha de nuevos protocolos de prevención de la violencia en la frontera, el desarrollo de una red conjunta de comunicaciones sobre seguridad transfronteriza, o esquemas como el Programa Viajero Confortable (México) o Secure Electronic Network for Travelers Rapid Inspection (EEUU), por citar algunas.
La violencia, aunque en modo alguno erradicada, sí ha experimentado una caída en la mayor parte de los estados mexicanos de la frontera, y ciudades de EEUU como El Paso o San Diego siguen siendo de las más seguras del país de ese tamaño.
En cuanto a la inmigración ilegal, también se ha observado un progreso palpable. Según el Pew Research Center, en 2014 por primera vez fueron más los no mexicanos interceptados en la frontera que los migrantes procedentes de México. El número de inmigrantes mexicanos que viven en EEUU de manera no autorizada ha caído en cerca de un millón desde 2007, cuando alcanzaron un máximo.
Como recalcaba recientemente la canciller mexicana, Claudia Ruiz Massieu, «los datos indican que hay menos, no más mexicanos que emigran a EEUU, y simplemente en 2012 la tasa de migración entre nuestros dos países alcanzó un cero, y está decreciendo».