Durante la época dorada del autoritarismo, el PRI gobernaba en todo el país. Cuando Carlos Salinas tomó posesión como presidente en 1988, su partido controlaba 32 de las 32 gubernaturas (en ese entonces, el Distrito Federal no se consideraba como estado ni se elegía a su gobernante quien era designado por el Ejecutivo federal). La democratización del país se fue dando en la medida en que la oposición comenzó a ganar gobiernos estatales. En 1989, el PAN se llevó la gubernatura de Baja California comenzando, así, la alternancia en el poder.
Cuando Ernesto Zedillo llegó a la Presidencia en 1994, el PRI ya no era el único partido gobernante en los estados, pero tenía la hegemonía de estos gobiernos: un total de 28 de 32, incluyendo el DF que seguía siendo territorio federal donde no se elegía al gobernante. Cuando terminó Zedillo, el PRI ya sólo contaba con 20 gobiernos estatales.
Llegó Fox en 2000 y el PAN tenía sólo ocho de las 32 gubernaturas. Subió a nueve más, nunca pasó de este número durante todo el sexenio. Por primera vez en la historia desde la posRevolución, el partido gobernante a nivel federal era minoritario en gobiernos estatales.
Lo mismo sucedió durante el sexenio de Calderón donde el PAN nunca tuvo más de ocho de las 32 gubernaturas. Luego llegaría Peña en 2012 con un PRI que contaba con 20 gobiernos estatales. El tricolor, de hecho, había recuperado la Presidencia a partir de su fuerza territorial en los estados. Peña, sin embargo, terminó su sexenio con 14 gubernaturas del PRI.
En 2014, el Instituto Federal Electoral le otorgó el registro al nuevo partido Morena que creció como la espuma. En 2018 ganó la elección presidencial y, cuando López Obrador tomó posesión, su partido ya contaba con cuatro de los 32 gobiernos estatales. Un año después, en 2019, ya eran seis. El año pasado arrasaron en las elecciones de los estados ganando diez nuevas gubernaturas para un total de 16 que son las que actualmente tiene Morena y/o sus aliados.
Este año habrá comicios en otros seis estados. De acuerdo con las encuestas, Morena y/o sus aliados podrían ganar entre cuatro y cinco de las seis contiendas. Si es así, terminando 2022, el partido del Presidente tendría entre 20 y 21 gubernaturas. De esta forma, habríamos regresado a la hegemonía territorial de un solo partido: el del Presidente.
Precisamente, uno de los objetivos del proyecto político de López Obrador es concentrar el poder. Sin lugar a dudas lo está consiguiendo rápida y eficazmente en los estados. De llegar a 20 o 21 gobiernos morenistas locales, se debilitaría uno de los contrapesos de nuestro régimen político, es decir, un auténtico federalismo donde los poderes locales se diferencian del Presidente y lo limitan.
Hacia allá vamos. Por eso son tan importantes los comicios de gobernador este año.
En Aguascalientes gobierna Martín Orozco del PAN. Este partido tiene altas probabilidades de volver a ganar. De hecho, el líder nacional de los panistas, Marko Cortés, admitió que quizá ésta es la única gubernatura que puedan ganar este año. Para tal efecto, se aliaron con el PRI y PRD y lanzaron como su candidata a Tere Jiménez.
Durango lo gobierna José Rosas Aispuro y, al parecer, la coalición de Morena, PT y Verde, que seguramente lanzará a Marina Vitela como su candidata, tiene una ligera ventaja sobre la coalición del PAN, PRI y PRD.
Hidalgo es uno de los pocos estados en la República donde no ha habido alternancia política. Lo sigue gobernando el PRI con Omar Fayad. Habrá coalición del tricolor con el PAN y el PRD, pero hoy se ve muy factible que Morena finalmente le quite esta entidad al PRI.
Carlos Joaquín González es el actual gobernador de Quintana Roo por una coalición del PAN y PRD. Estas dos fuerzas no llegaron a un acuerdo para unirse con el PRI, que irá solo, lo cual partirá el voto antiMorena y, por tanto, se incrementan las probabilidades de ganar de este partido con su candidata Mara Ledezma.
Finalmente, está Tamaulipas que gobierna Francisco García Cabeza de Vaca del PAN. Habrá coalición con el PRI y PRD, pero todo indica que Morena se llevará el triunfo con Américo Villareal.
Esto es lo que se prevé hoy y, desde luego, puede cambiar. Faltan las campañas. Lo que está en juego no es poco: el regreso de una posible hegemonía territorial del partido del Presidente.
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