El mapa de México se ve completamente guinda salvo una mancha azul. El rojo oscuro de Morena corresponde a los 31 estados que votaron mayoritariamente por López Obrador en la elección presidencial de 2018. La pequeña mancha azul, identificada con el Partido Acción Nacional, es el estado de Guanajuato, el único que perdió AMLO en aquellos comicios; ahí triunfó Ricardo Anaya.

La de López Obrador fue una victoria contundente como no se había visto desde el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), cuando todavía operaba la aplanadora priista. Más de 30 millones de votos equivalentes al 53% de la votación nacional.

El próximo 21 de marzo de 2022, López Obrador volverá a medirse en las urnas. Presuntamente será la última vez en su larga carrera política. Me refiero a la “revocación del mandato”.

Entre diciembre de este año y febrero de 2022, el 3% del padrón electoral (alrededor de dos millones 805 mil personas) en 17 estados podría solicitar una elección para decidir si se queda o no el Presidente hasta el final de su sexenio. De llevarse a cabo, si participa el 40% del padrón en dichos comicios (aproximadamente 37 millones) y el 50% más uno vota a favor de la permanencia, AMLO se quedaría. De lo contrario, se removería al Ejecutivo y el Congreso nombraría a un nuevo Presidente para terminar el periodo de AMLO.

Las encuestas muestran hoy que la mayoría del electorado votaría a favor de la permanencia de AMLO hasta el 30 de septiembre de 2024. Sin embargo, el margen favorable se ha venido cerrando.

A pesar de esto, veo muy difícil que el Presidente pueda perder esa elección (mucho menos que vaya a aceptar los resultados de una derrota y retirarse a su rancho).

Aquí el punto importante es que, aun si gana AMLO la elección, corre el riesgo de que se comparen los resultados de 2022 con los de 2018. Si es así, tiene poco que ganar y mucho que perder.

Ganar sería obtener más del 53% del porcentaje de la votación nacional o más de los 30 millones obtenidos o conseguir el triunfo en los 32 estados de la República: pintar el mapa completo de México de guinda.

Perder, en cambio, sería demostrar que, después de tres años de gobierno, el lopezobradorismo decreció en las preferencias ciudadanas. Ya sea menos del 53%, menos de 30 millones de votos o menos estados donde ganara mayoritariamente.

Las revocaciones de mandato han servido en América Latina para fortalecer a los presidentes populistas en su apoyo social.

Hugo Chávez ganó la Presidencia en Venezuela en 1998, con tres millones 673 mil votos, equivalentes al 56%. En la revocación del mandato de 2004 obtuvo cinco millones 800 mil votos, el 59%.

Evo Morales en Bolivia le fue mejor. En la primera elección presidencial que ganó en 2005 consiguió un millón 544 votos, el 54%. En la revocación de mandato de 2008: dos millones 103 mil sufragios, el 67%.

¿Podrá AMLO emularlos?

Hoy se ve muy difícil. Por eso creo que anda muy nervioso. Conjeturo, incluso, que ésa fue la razón del despido de Gabriel García como el super funcionario de Presidencia encargado de gestionar los programas sociales que tienen un fuerte componente electoral.

Si nos atenemos a los resultados de la pasada elección intermedia del seis de junio, donde AMLO no estuvo en la boleta, pero vaya que hizo campaña a favor de la coalición gobernante, el riesgo es que en 2022 el Presidente no sólo pierda en Guanajuato, sino en Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Jalisco, Nuevo León, Querétaro y Yucatán. Si es así, el marcador sería de 24 a ocho a favor del Presidente, frente al 31 a 1 de 2018. Un retroceso.

El tema puede ser peor para AMLO. Por los números de la pasada elección federal, es posible que también pierda en el Estado de México y, lo que sería la hecatombe para el Presidente, en la Ciudad de México. Ésa sería la gran nota de la elección de la revocación de mandato, la derrota en el bastión lopezobradorista, aunque AMLO permaneciera en su puesto hasta el final de su sexenio.

No veo, entonces, la utilidad electoral de los ataques del Presidente a las clases medias. ¿Para qué alienar a este segmento de los votantes cuando los va a necesitar en unos cuantos meses si hay revocación de mandato? No parece una estrategia ganadora.

En ese sentido, le están ganando más las vísceras que la cabeza al Presidente. De seguir por ese camino, se volvería una profecía autocumplida el rechazo de las clases medias, lo cual significaría una menor votación en la revocación de mandato, con la inevitable percepción de que el Presidente perdió terreno electoral entre 2018 y 2022.

 

Twitter: @leozuckermann

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