Al llegar al gobierno de Estados Unidos, el presidente Joseph Biden anunció un cambio de rumbo en materia migratoria que comprendía la restauración del derecho al asilo y la reforma integral del sistema de inmigración. El anuncio del final del programa “Quédate en México” llevó al desmantelamiento de un campamento de refugiados que se había formado en Matamoros, Tamaulipas, y que llegó a tener más de 2,000 personas, en condiciones precarias, insalubres, peligrosas y sin servicios básicos. El final de ese campamento, anunciado por medios nacionales e internacionales, parecía augurar un proceso de humanización de la movilidad humana forzada en la región fronteriza. Sin embargo, al mismo tiempo emergió y ha ido creciendo rápidamente un campamento similar en el otro extremo de la frontera, en Tijuana, Baja California.
En este contexto, el Observatorio de Legislación y Política Migratoria de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), presentó el “Informe sobre las condiciones de estancia en el campamento de refugiados del Chaparral en la frontera de Tijuana”, realizado por el Dr. Juan Antonio del Monte y por la Dra. María Dolores París, ambos coordinadores del observatorio. En este documento detallan las condiciones en las que se encuentra la población migrante y los retos que enfrenta.
Más de 300 familias se han instalado desde mediados de febrero 2021, con pequeñas carpas y tiendas donadas por organizaciones de la sociedad civil. Se trata de familias originarias principalmente de Honduras, y en menor medida de otros países centroamericanos, de México, Haití y Cuba. Si bien algunas llegaron a Tijuana recientemente, la mayoría llevaban meses en México, varadas en la frontera norte de este país a raíz de la contingencia sanitaria.
Las condiciones de vida en el campamento son extremadamente precarias, más de mil personas viven sin servicios sanitarios bajo pequeñas lonas colocadas sobre la plaza, la banqueta o la calle misma, que no alcanzan a proteger de un clima que ha sido particularmente frío y lluvioso durante este mes.
El hacinamiento en las tiendas y en los estrechos espacios públicos provoca que en ningún momento se respete la sana distancia que debería mantenerse en esta situación de pandemia. Ante la ausencia de organismos internacionales e instituciones estatales de atención se están generando procesos de autoorganización al interior del campamento para atender problemáticas y la necesidad de servicios. La impartición de clases a niñas y niños, una cocina comunitaria y la autogestión de la seguridad son algunos de estos esfuerzos.
El informe completo se encuentra disponible a través de: https://observatoriocolef.org/