Fue el domingo 2 de junio pasado cuando 60´115,184 personas emitieron su voto en 170,766 casillas básicas, contiguas, especiales y extraordinarias, de las cuales 67.4291% se encontraba en zonas urbanas y el 32.5708% en rurales. De esos más de 60 millones de votantes que representaron el 61.0498% del total del listado nominal, 184,326 sufragaron desde fuera del territorio nacional; 3,464 personas emitieron su voto anticipado, y 26,667 lo hicieron desde prisión preventiva.

En cuanto a los votos computados en las actas correspondientes a la elección presidencial, 35´924,519 (59.7594%), optaron por la candidata Claudia Sheinbaum, quien abanderó la coalición “Juntos seguiremos haciendo historia”, integrada por el Partido del Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y el partido MORENA. El segundo y tercer lugar representaron el 27.4517% y 10.3213%, respectivamente. La historia ya es conocida, las cifras no tanto, aunque estas reflejan lo que la Carta Magna nos garantiza en su artículo 39º: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

El Poder Legislativo de la Federación conforme a lo dispuesto en el artículo 50 de nuestra Ley Suprema: “…se deposita en un Congreso general, que se dividirá en dos Cámaras, una de diputados y otra de senadores”. En consecuencia, en la misma fecha, el pueblo mexicano, a través del 60.9557% del total, y luego de la respectiva etapa de impugnaciones, eligió a 128 senadores: 65 de MORENA; 22 del Partido Acción Nacional (PAN), y 15 del Partido Revolucionario Institucional (PRI), entre ellos los todavía dirigentes nacionales de dichos institutos políticos, Marko Cortés Mendoza y Rafael Alejandro Moreno Cárdenas. Ambos, dicho sea de paso, “electos” por el principio de representación proporcional, tal y como lo mandata la Constitución federal en su artículo 56: “Las treinta y dos senadurías restantes serán elegidas según el principio de representación proporcional, mediante el sistema de listas votadas en una sola circunscripción plurinominal nacional…”.

El resto de los integrantes de la Cámara Alta son: 14 del PVEM, seis del PT, cinco del partido Movimiento Ciudadano (MC), entre ellos el hijo del extinto candidato presidencial del partido tricolor, Luis Donaldo Colosio Riojas. Además del sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien, a pesar de haber logrado una curul de la mano del PRI, luego de los conflictos internos, se ha declarado independiente. Así, en la actualidad contamos con 63 senadores y 65 senadoras.

En el caso de la Cámara Baja, participó el 60.5476% del electorado. Gracias a esos sufragios, la LXVI Legislatura se encuentra integrada por 253 diputados de MORENA, 71 del PAN, 62 del PVEM, 49 del PT, 37 del PRI, 27 de MC, y uno independiente. Sumando en total: 251 diputadas y 249 diputados.

Una vez desmenuzada la composición de los Poderes Ejecutivo y Legislativo federales, la cual nos permite observar la aplastante presencia de los partidos oficialistas frente a la incipiente oposición mexicana, queda una interrogante muy importante: ¿Ahora qué sigue? Y es que a los mexicanos se nos olvida que la participación ciudadana, debe de ser permanente. Allende de ello, nuestro involucramiento debe de ser proactivo y no reactivo, integral y no caprichoso; es decir, la voluntad individual debe de dar valor agregado a la agenda pública con su legitimación y, sobre todo, decisión. Recordemos que nuestro voto es la voz de los representantes elegidos, pero nuestra voluntad debe de responder a su actuar.

Post scriptum: “Nada es posible sin las personas, pero nada es duradero sin las instituciones”, Jean Monnet.

*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).

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