Las reformas impulsadas por el Gobierno han traído incertidumbre en varios sectores, entre ellos, el económico. Su efecto se ha visto en el tipo de cambio, el cual subió casi 20 pesos por dólar. Pero, además, tiene implicaciones en el crecimiento económico. El Producto Interno Bruto (PIB) de México depende en gran medida del consumo, el […]
Las reformas impulsadas por el Gobierno han traído incertidumbre en varios sectores, entre ellos, el económico. Su efecto se ha visto en el tipo de cambio, el cual subió casi 20 pesos por dólar. Pero, además, tiene implicaciones en el crecimiento económico.
El Producto Interno Bruto (PIB) de México depende en gran medida del consumo, el cual se ve influenciado por factores como el ingreso de las personas, las tasas de interés y las expectativas económicas. A su vez, el ingreso de la población está ligado a la situación del mercado laboral, que responde a las condiciones macroeconómicas y al nivel de optimismo entre los empresarios. Sin embargo, las reformas han debilitado las expectativas en torno a la economía mexicana, afectando especialmente el optimismo relacionado con el nearshoring.
Hasta hace poco tiempo, la relocalización de operaciones de empresas extranjeras hacia México se consideraba una oportunidad dorada para el país. No obstante, las reformas actuales han generado incertidumbre lo que podría convertir al nearshoring en una oportunidad perdida. De acuerdo con la Secretaría de Economía, existen anuncios de nuevas inversiones extranjeras por 45,464 millones de dólares, de los cuales el 48% proviene de empresas estadounidenses. Este monto representa un 125% de la inversión extranjera directa total de 2023 y equivale al 2.55% del PIB de ese año. Aun así, estas inversiones están en riesgo debido a las reformas.
En efecto, hay preocupación tanto dentro como fuera del país. La embajada de Estados Unidos en México, junto con asociaciones y congresistas estadounidenses, han expresado su descontento, lo cual añade una capa de incertidumbre que puede frenar la llegada de nuevas inversiones. Además, esta situación pone en peligro la reinversión de utilidades de empresas extranjeras ya establecidas en México, lo que es crucial para la inversión extranjera directa y para la generación de empleo en el país.
La incertidumbre generada por estas reformas también podría afectar la calificación crediticia de México. Según el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), actualmente, el país está a un paso de perder el grado de inversión con Fitch, mientras que con S&P y Moody’s se encuentra a dos escalones de esta situación. Un recorte en la calificación crediticia elevaría las tasas de interés, encareciendo el financiamiento y haciendo inviables algunos proyectos de inversión. Esto podría incluso llevar a grandes empresas a trasladar su domicilio a países con condiciones más favorables.
Arriba de este escenario pesimista, la economía mexicana podría enfrentar una recesión moderada, aseguran los expertos del IMEF, seguida de un largo periodo de estancamiento. Aunque estas consecuencias no se materializarían de inmediato, el impacto podría ser un efecto dominó afectando progresivamente a toda la economía. México ya enfrenta una desaceleración económica, con un crecimiento proyectado, el cual difícilmente superará el 1.3% en 2024. Con la aprobación de las reformas, se teme que el PIB pueda contraerse en 2025, al igual que sucedió en 2019 cuando la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México condujo a una recesión.
Pero, a diferencia de 2019, ahora México no podría contar con un repunte en las exportaciones impulsado por el crecimiento de Estados Unidos, ya que este país también atraviesa una desaceleración económica, sumada a un deterioro en la relación comercial bilateral. En este contexto, señalan los economistas, queda la esperanza de que, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum se modere la narrativa y se recupere el curso de crecimiento económico. Sin embargo, aún está por verse si esto será posible.