Olga Vicenta Díaz Castro fue una prolífica escritora avecindada en Tijuana, su género recurrente fueron las leyendas sobre esta región, recreando el relato social y publicando textos cargados de historias de misterio que firmaba como Sor Abeja, logró convertirse en un personaje popular y querido por la comunidad cultural y el público.
El Centro Cultural Tijuana (Cecut), institución de la Secretaría de Cultura federal, y el Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Tijuana, decidieron dedicarle un homenaje en la Sala Federico Campbell, a 30 años de su fallecimiento y en el marco de la décimo sexta edición de las Jornadas Vizcaínas, dedicadas al gestor cultural Rubén Vizcaíno Valencia con quien la escritora mantuviera una larga amistad.
Nacida en San Luis Potosí, Olga Vicenta se convirtió en una especie de leyenda, como las que aparecieron en Narraciones y leyendas de Tijuana, libro publicado en 1973. Al homenaje realizado en Cecut asistieron la maestra Guadalupe Kirarte, presidenta vitalicia del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Tijuana, el periodista Jaime Cháidez, el historiador Gabriel Rivera Delgado y el escritor Humberto Félix Berumen.
Una participación especial fue la de la directora general de Cecut, Vianka Robles Santana, quien antes del inicio de la mesa de diálogo Treinta años sin Sor Abeja, dedicó unas palabras para rememorar su relación de afecto con la autora de Olvido, Mariposas y Pétalos, libro de poesía, género en el que también lució su talento escritural.
“Cuando pensamos en Vizcaíno no podemos evitar pensar en toda la generación que tuvimos el privilegio de haberlo tenido como mentor, como un referente de ejemplaridad, pero también pensar en las instituciones que se crearon a instancias de él, de su perseverancia, de su capacidad para vincular a la UABC con otras instituciones en su interés siempre creativo y siempre cada vez más ascendente hacia temáticas de la cultura en sus diferentes ámbitos”, expresó Robles Santana.
Sobre Sor Abeja la titular de Cecut apuntó, “ella formó uno de los primeros centros de alfabetización en Tijuana, en esos tiempos ya pertenecía a asociaciones culturales de corte latinoamericano, con esa visión de más allá, sacar del municipio la creación cultural, ella migra por esos caminos de la literatura, de la leyenda, se vuelve un referente”.
La funcionaria federal reveló el porqué del afectuoso mote que distinguió a la escritora, con un verso que ella usaba para describirse, “Me dicen Sor Abeja por mi gris apariencia y este sencillo aspecto / porque escondo la hiel del sufrimiento acervo de un dolor sin clemencia / y a mi negrura cubre el marfil de mi piel / Me llamo Sor Abeja porque soy religiosa, porque lloro en silencio / y en la plegaria fiel, le pregunto al eterno de mano prodigiosa / porqué siendo inclemente también puedo verme en él”.
Jaime Cháidez explicó que las Jornadas Vizcaínas debían rendir homenaje “a dos mujeres importantes que no fueron feministas, pero hicieron todo como si lo fueran. Julieta González Irigoyen, que murió hace apenas unas semanas y Sor Abeja a quien alcancé a conocer hace treinta años”.
Lupita Kirarte señaló, “necesitamos unas diez sesiones para poder hablar de Sor Abeja, ella fue parte de mi familia, es un personaje del que no podemos terminar de hablar quienes convivimos con ella, estoy recordando toda una trayectoria de vida de esta mujer tan especial, tan sensible”.
“Me contó que en San Luis Potosí, empezó a hacer muñequitas de trapo que vendían cuando pasaba el tren para sostener a sus dos hijos, en esa época de su literatura, ella abordaba la poesía y lo que quería era huir del ex esposo y así fue como en el 49 llegó a Tijuana con sus dos hijos”, recordó Kirarte.
La decana gestora cultural concluyó, “conviví con ella tantas cosas, tantos secretos que a nadie le confesó, tantas cosas que tenía necesidad de comunicar. Qué valor de mujer, aquí en Tijuana fue donde vivió tranquila, formó grupos con cientos de personas, era una mujer que encantaba con su charla”.
El historiador Gabriel Rivera Delgado y el escritor Humberto Félix Berumen procedieron a leer sendos textos en que retomaron la biografía y la obra de Sor Abeja, exponiendo los títulos y temas que nutrieron la obra de esta cuentista y entrañable mujer que se convirtió en un símbolo de la ciudad.