El pasado primero de septiembre dioinicio la LXVI Legislatura del Congreso de la Unión, con una característica no vista desde el período hegemónico al que se le refiere como la  “dictadura perfecta”. Sin  duda esta situación puede  tener efectos significativos en la economía del país. En este contexto, el papel que asuma el nuevo  Congreso en la búsqueda de revertir la precaria  situación económica que  atraviesa el país mediante  la aprobación de políticas  de fomento económico, de reformas estructura les y de los presupuestos  debería ser de suma trascendencia. Sin embargo, la realidad nos posiciona  lejos de esta premisa. Los efectos de desconfianza y poca credibilidad de los agentes económicos  se muestran desde el día de las elecciones, donde el resultado generó muchas dudas, basta repasar dos indicadores: el tipo de cambio al 31 de mayo fue de $16.93 y el 2 de sep tiembre finalizó en $19.82 que representa una depreciación de más del 17 por ciento; el Índice de la Bolsa Mexicana de Valores  era de 54,966 puntos el 31 de mayo y de 52,493 el  2 de septiembre con una  caída del 4.5 por ciento. 

Por su parte, los flujos de Inversión Extranjera  Directa ya para el primer semestre de 2024 decrecieron en 3.2 por ciento; lo que ha afectado de ma nera significativa al crecimiento económico del PIB,  el cual apenas alcanzará el 0.8 por ciento en promedio anual en el sexenio; que  como lo hemos comentado desde hace ya varios años en nuestra firma, estamos  frente a un sexenio perdido en materia de crecimiento. 

La elemental fórmula  de implementar estímulos fiscales o monetarios de manera asertiva para reactivar la economía  choca con la necesidad del gobierno de hacerse  de recursos para continuar con su política de  transferencias sociales. Las finanzas públicas están comprometidas debido a la significativa deuda de más de 15 billones de pesos que se hereda y al creciente déficit presupuestario que rebasa el 5 por ciento del PIB. 

Y qué decir de los efectos y riesgos que estas decisiones podrán tener en las relaciones con nues tros principales socios co merciales y la continuidad del T-MEC como importante elemento de estabilidad económica del país. 

Toca al Congreso de finir los presupuestos de ingresos y egresos con la  necesidad de recortar en casi un billón de pesos el  gasto para poder reducir  el déficit a niveles del 3  por ciento. 

La duda y el riesgo se  presenta en la forma en  que se hará el recorte, ya se prepara la desaparición  de organismos autónomos  y las medidas de austeri dad se pueden extender  a la extinción de fideico misos, la reducción o casi eliminación de programas y obras de las dependen cias de la administración pública que no se consideren necesarias e incluso  afectar las participaciones a las entidades fede rativas y los fondos que la Constitución hasta ahora  prohíbe tocar, como los que administra el Banco  de México. 

Una mayoría hegemónica en el Congreso podría  llevar a un debilitamiento de los mecanismos de control y supervisión del  gobierno. Además de la desaparición el INAI, cabe  recordar que la Auditoría  Superior de la Federación, depende de la Cámara de  Diputados y si bien en el  papel tiene autonomía, ha quedado claro que, si las  observaciones no gustan al gobierno en turno, se puede influir para ajustarlas, e incluso cambiar a sus directivos sin la menor oposición. 

La falta de controles  y contrapesos efectivos  afecta la transparencia en la gestión de los  recursos públicos y aumenta el riesgo de corrupción, lo que tiene un impacto negativo en  la economía, ya que las malas decisiones económicas, la corrupción y la falta de transparencia suelen traducirse en una  menor confianza de los  inversores y en una reducción del crecimiento  económico a largo plazo. 

Una mala gestión, decisiones equivocadas y cegadas por la ideología del Congreso en México ten drán efectos nocivos y pe ligrosos en la economía, pondrán en riesgo el crecimiento, la estabilidad financiera y por supuesto el futuro de los mexicanos. Sin duda están justifica das el miedo y la desconfianza, tanto de los agentes internos como de los  externos que tienen intereses económicos en el  país. El impacto final dependerá en gran medida  de la responsabilidad con  la que el nuevo gobierno  y la nueva legislatura decidan actuar, por el bien de México. 

El autor es presidente de Consultores  Internacionales, S.C.®

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