Bien conocida es la frase que utiliza la delincuencia organizada para conseguir lo que se propone: “Plata o plomo, tú decides”. Este gobierno ha aprendido esta técnica de extorsión. Bueno, seamos justos, no son tan radicales como los criminales. Hasta el momento no han recurrido a la amenaza del asesinato. Más benévolos, intimidan con la cárcel.
Así, con “plata o prisión”, al parecer más lo segundo que lo primero, obtuvieron los votos en el Senado para aprobar la reforma judicial.
Si así hacen política, ¿qué podemos esperar el resto de la ciudadanía?
El mensaje ha sido fuerte y claro. Están dispuestos a todo, y no lo esconden.
Nos venden espejitos. Dicen que la reforma judicial es para democratizar la selección de los juzgadores. Mentira. Su propósito es controlar el Poder Judicial federal y los locales. Desmantelar los contrapesos constitucionales.
Agréguese que ya se modificó la ley de amparo para que dicho juicio no tenga efectos generales sobre toda la población. Sólo protegerá a los beneficiarios del amparo, si es que consiguen uno con los jueces de Morena.
Agréguese la ampliación del catálogo de delitos sujetos a prisión preventiva oficiosa. Con una orden de arresto de un fiscal, en lo que son peras o manzanas, el indiciado tendrá que pasar su juicio tras las rejas. Ahí tendrá que enfrentar a los jueces de Morena.
En conclusión: el gobierno tendrá a su disposición todo el aparato judicial para castigar al que quiera: senadores de oposición que piensen votar en contra de una legislación; empresarios que no quieran cooperar con sus ocurrencias; ciudadanos a los que hay que extraer más impuestos; periodistas que critiquen en los medios: académicos que protesten por la falta de libertad de cátedra.
La “prisión” será el “plomo” de la política.
La idea es generar miedo para consolidar el poder del nuevo grupo gobernante.
Es parte de la tendencia mundial de las llamadas “democracias iliberales”. Los ciudadanos siguen votando, pero las libertades se restringen o cancelan.
Con la capacidad de reformar la Constitución a su antojo, el régimen lopezobradorista ha terminado con los límites constitucionales al poder.
Ayer borraron al Poder Judicial para controlarlo ellos. Mañana se les puede ocurrir, por ejemplo, limitar la libertad de expresión.
Claro que me preocupa. Cómo no. El Presidente me ha criticado varias veces en sus mañaneras porque no le gusta cómo pienso. Hasta ahora ha quedado en eso. Mañana, con más poder, él o su sucesora, puede inventarme un delito y meterme a la cárcel para desprestigiarme e, incluso, obligarme a retirarme de esta profesión. Hoy podría recurrir al Poder Judicial para defenderme invocando la libertad de expresión. Podría ampararme. No sé si lo podré hacer con los jueces de Morena.
Ayer doblaron a los senadores Miguel Ángel Yunes y Daniel Barrera para obtener los votos que necesitaban en el Senado. “Traidor”, le gritaba la bancada panista al veracruzano. Le estaban demandando que se comportara heroicamente: votar en contra y que su familia se fuera a la cárcel. La realidad es que somos de carne y hueso y, cuando nuestros seres queridos están en peligro, hacemos lo imposible para salvarlos.
En todo caso, los traidores de la democracia liberal son los que utilizan la “prisión” como arma política. Cegados por el poder, están dispuestos a utilizar métodos del crimen organizado. Creen a pie juntillas que el fin justifica los medios.
Karl Popper decía: “Si queremos que nuestra civilización sobreviva debemos romper con el hábito de reverenciar a los grandes hombres […] alguno de los cuales apoyaron el ataque perenne a la libertad y la razón”.
Ayer, Morena y sus aliados le entregaron su regalo al hombre fuerte del régimen. No les importó arrollar la libertad y la razón. Sacaron al pequeño marxista que llevan adentro.
Ayer se institucionalizó en México una democracia iliberal. Este gobierno, y presumiblemente el que sigue, creen que el pueblo les otorgó un mandato para hacer lo que se les pegue la gana. El primer paso ha sido centralizar el poder en el Ejecutivo federal, que ya no tendrá contrapesos.
¿Qué puede seguir?
Típicamente limitan las libertades de expresión y de manifestación. Cambian las reglas electorales para dificultar que la oposición los desafíe en las urnas. Controlan las coberturas en los medios. Restringen o prohíben la actuación de las organizaciones no gubernamentales.
La pendiente resbaladiza de la “prisión” como arma política comenzó ayer con Yunes y Barrera. ¿Quién sigue? ¿Dónde terminará?
X: @leozuckermann