El anuncio por Tesla a principios del 2023 sobre su intención de construir una gigaplanta en Santa Catarina fue hasta cierto punto el detonante del boom mediático del nearshoringen México. De la misma manera, la declaración de Elon Musk sobre la posposición del inicio de la construcción de la planta hasta después de las elecciones simboliza todas las contradicciones, demoras, decepciones y realidades del mito del nearshoring. O, si se prefiere, de la falsa panacea en que todos convirtieron la supuesta relocalización: oposición y gobierno, nacionales y extranjeros, corredurías y bancos, expertos y neófitos.
Varios datos ilustran el estado actual del nearshoring en México, a diferencia de las anécdotas sobre la demanda de parques industriales en Juárez y Tijuana, o los anuncios de la Secretaría de Economía. El más comentado, y válido, aborda el porcentaje de importaciones estadounidenses en el mundo correspondiente a México. López Obrador y el coro fácil (dixit Echeverría) de analistas especializados subrayan el hecho de que México ha pasado a ser la principal fuente de importaciones de Estados Unidos, con 15% de las mismas. Mientras que China se ubicó en el tercer lugar, con 10%, todo ello en el primer trimestre de este año. El detalle es que del 5% que perdió China, México recuperó 2%, y otros países, sobre todo Vietnam, conquistaron lo demás. No está mal, pero histórico, difícilmente.
Conviene recordar que algunos norteamericanos sospechan -o acusan- que una parte de las “nuevas” exportaciones mexicanas al norte en realidad son … chinas, trianguladas vía México. Nadie sabe a ciencia cierta si esto es verdad, pero es inevitable reconocer que la venta de un producto chino desde México, sin o con poco valor agregado en México, no genera derrama, y tampoco crea empleos.
Ahora bien, disponemos de más datos que corroboran o no el mito genial del nearshoring. Uno radica en la inversión extranjera en México. La CEPAL acaba de publicar su informe anual “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2024”. Contiene datos hasta el 2023. Lo interesante de las cifras de la institución basada en Santiago yace en varios elementos importantes. Recopila datos de los gobiernos, que son sus integrantes; no produce datos propios. Por lo tanto, no se le puede acusar de ser antigobernista. Segundo, publica datos comparables entre países, y para un mismo país en distintos momentos. Todo lo mide igual. Cuando habla de inversión extranjera directa, no se refiere a anuncios o intenciones -aunque tiene un capítulo sobre anuncios. Y desglosa parcialmente los números por componentes: aportes de capital, reinversión de utilidades y préstamos entre empresas.
Para 2023, la IED en América Latina disminuyó 9.9%, con caídas especialmente fuertes para Brasil y México, -13.9% y -22.8% respectivamente, en relación a 2022. Países como Chile (19.2%) y Costa Rica (27.6%) vieron crecer su total de modo importante. Como proporción del PIB, toda la región vio caer la IED de 3.5% a 2.8%.
En otras palabras, México vio decrecer su IED en cifras agregadas. La CEPAL añade una advertencia: “En 2022, se registraron flujos extraordinarios de IED debido a la fusión de las empresas de televisión Televisa y Univisión, así como a la restructuración de Aeroméxico. La caída de 2023 en México se atribuye principalmente a la disminución de los ingresos en forma de aportes de capital, que cayeron 72% y alcanzaron el nivel más bajo desde 2012”.
Lo de Televisa y Aeroméxico no sumó tanto, y por aportes de capital se debe entender nuevas inversiones. Tan no pintó el tema de las empresas, que otra gráfica, elaborada por Macario Schettino con datos de Banco de México, muestra una caída de la IED nueva como proporción del PIB muy marcada en el 2023 -los mismos 72% de la CEPAL. Para el primer trimestre de 2024, estos datos muestran una nueva caída, donde la IED nueva (o aporte de capital) pasa de 1.5% del PIB en 2022 a 0.5% en 2024. Se trata del nivel más bajo desde 2013. La gráfica siguiente, de origen norteamericano, confirma estas tendencias.
México: FDI inflows 2010-2024. Fuente CentralBank of México
En otras palabras, el nearshoring no despega, ni con Tesla, ni con el comercio con Estados Unidos, ni con la inversión extranjera, medida con las cifras reales del gobierno de México, no las que le entregan a los medios en México. Y eso que no han empezado realmente las represalias de dos fuentes distintas: de Washington, por prestarse a las maniobras chinas, y de Beijing, contra las empresas que huyan o reorienten sus expansiones. Si alguien cree que con esto vamos a resolver nuestros retos, o que se trata de una oportunidad histórica, suerte con eso.