Una de las principales  características del régimen político autollamado  “Cuarta Transformación”  que ha gobernado desde  diciembre de 2018 y lo seguirá haciendo (al menos  por seis años más) gracias  a un indiscutible mandato popular, ha sido llevar a cabo los proyectos y acciones propuestas, independientemente de los  costos y los resultados,  algunos nada claros e incluso contraproducentes, como lo pueden significar los dos más próximos en  proponerse: la reforma al  poder judicial y la desaparición de los organismos  autónomos. 

Desde hace un par de  años el presidente de la  república ha puesto sis temáticamente en el ban quillo a los organismos  autónomos, acusándolos de que responden sólo a  intereses de particulares  pasando por encima del  “bienestar del pueblo”;  además de que su operación significa un gasto excesivo por los supuestos  privilegios que otorgan. 

No obstante, la principal razón para su eliminación es la función que ejercen como contrapesos a la aplicación de políticas gubernamentales con trarias al desempeño eficiente de los mercados (caso del  mercado energético), y a su labor como garantes de de terminados derechos de la ciudadanía, siendo uno de los  más significativos el relativo al acceso a la información  gubernamental, la rendición de cuentas y la transparencia, lo que evidentemente molesta a un gobierno que  también se ha caracterizado por su opacidad. 

Según el presupuesto de egresos (PEF) aprobado para  2024, los recursos destinados para la operación de es tos organismos ascienden a 4 mil 534 millones de pesos,  cantidad insignificante ante los 9 billones de pesos del  total presupuestado e incluso ante los 377 mil millones destinado a las actividades de gobierno. 

Cabe señalar que la propuesta, al menos inicialmente, señala que los trabajadores no serían despedidos,  sino que se integrarían a las diversas dependencias del  gobierno. En este sentido, dado que el 63 por ciento  del presupuesto aprobado se destina al rubro de ser vicios personales, prácticamente no existiría ahorro  alguno en estas medidas.  

La intención de desaparecer los organismos autónomos se había quedado a nivel de arengas en las conferencias mañaneras del presidente en virtud de que  implica modificar la Constitución y no se contaba con  las mayorías necesarias en el Congreso; sin embargo, tras las elecciones legislativas, es altamente probable que la coalición gobernante logre de manera directa o mediante acuerdos la ansiada mayoría calificada que  le permita llevar a cabo  tales propósitos. 

Recientemente, se dio  a conocer que las comisiones legislativas de la  todavía actual legisla tura (y controladas por el partido en el poder  desde 2021) han con cluido el dictamen co rrespondiente a la iniciativa propuesta por el  presidente en febrero de  este año junto a las más  de 20 modificaciones le gales y constitucionales.  La ruta por seguir es la  aprobación en comisiones seguida de su presentación, “discusión” y aprobación por el pleno de ambas cámaras en septiembre, estando ya en funciones el nuevo congreso  mayoritario. 

La propuesta es desaparecer a la Comisión Federal de  Competencia Económica (COFECE), el Instituto Federal  de Telecomunicaciones (IFT), el Consejo Nacional de  Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL),  el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la  Información y Protección de Datos Personales (INAI), la  Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la Comisión  Reguladora de Energía (CRE) y el Sistema Nacional de  Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) creado  por este gobierno en sustitución del INEE. 

El dictamen recoge los planteamientos del presidente  de ser onerosos e innecesarios en virtud de que duplican  funciones que ya realizan dependencias de la administración pública o en su caso podrían ser realizadas por éstas. Ambos argumentos son bastantes discutibles y  deleznables. 

Lo que sí es evidente es el costo para el país que tendría tal medida, sobre todo para el funcionamiento de  los mercados y para la economía en su conjunto. 

Mantener la autonomía de estos organismos resulta crucial para preservar su carácter técnico y evitar la  manipulación política o la indolencia administrativa y  funcional que caracteriza a la burocracia. Perder estos  contrapesos técnicos tendría un impacto negativo en los  mercados y por ende en la sociedad. 

El autor es presidente de Consultores  Internacionales, S.C.®

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